Moto del día: Peugeot Speedfight 2

Moto del día: Peugeot Speedfight 2

La evolución de un modelo que fue un rotundo éxito


Tiempo de lectura: 3 min.

El Peugeot Speedfight 2 es, obviamente, la evolución del mítico scooter deportivo francés, que se hizo famoso por su equipo de suspensión delantera monobrazo y por su diseño. Era un modelo que se enfrentaba, sin tapujo alguno, con otros “grandes” de la época como el Aprilia SR 50 o el Piaggio NRG con una segunda generación que afilaba sus formas y se volvía algo más agresivo.

Lo curioso del Speedfight 2 es que, sin inventar nada nuevo, consiguió algo que muy pocos scooters han logrado: parecer la evolución natural del mito sin perder ni una pizca de personalidad. No fue un simple restyling, sino la confirmación de que Peugeot sabía muy bien qué buscaban los chavales de finales de los 90 y principios de los 2000.

Con la primera generación ya habían arrasado. Deportiva, agresiva, diferente con esa suspensión delantera… era la alternativa francesa a todo ese universo italiano que marcaba la pauta. Pero cuando llegó el Speedfight 2, Peugeot afinó exactamente donde hacía falta: líneas más tensas, ópticas más afiladas, colores “más tuning”, mejores acabados y esa presencia de scooter deportivo europeo tan característica de la época.

Mecánicamente seguía siendo lo que debía ser: un 50 2T “de aire” o “de agua” según versión –refrigerada por aire se fabricó entre 2002 y 2009, y refrigerada por líquido entre 2004 y 2010–, fiable, sencillo de tocar y capaz de sacar sonrisas con cuatro chuches bien puestas. No era el más potente de serie, pero tampoco lo pretendía. El Speedfight 2 jugaba en otra liga: la de los scooters con carácter propio, los que entraban por la vista y te ganaban antes incluso de arrancar. Además, tampoco podían correr demasiado por normativa, así que la velocidad quedaba en un segundo plano, al menos sobre el papel.

Peugeot Speedfight 2 2

Y ojo, porque hablamos de un modelo que, en su momento, costaba lo justo para ser aspiracional pero alcanzable. No era un scooter barato “de guerra”, pero tampoco te obligaba a pedir favores en casa durante medio año. Eso lo colocó en miles de barrios, institutos y parkings de centros comerciales. Si creciste en los 2000, lo viste. Seguro.

A nivel de conducción, mantenía ese tacto ágil y juguetón que lo hacía un vicio entre semana y una herramienta perfecta para “dar una vuelta” el sábado por la tarde. Y aunque no tenía la contundencia de un Aerox bien afinado, compensaba con un equilibrio general muy bien pensado: postura cómoda, frenos decentes y una estética que te hacía sentir que llevabas algo más.

La clave del Speedfight 2 es esa: te sentías especial encima de él. No era un scooter, era tu moto. Y eso, dentro del universo de los 50, vale más que cualquier cifra de potencia.

Hoy lo miras y mantiene ese encanto de los 2000 que está volviendo con fuerza. Líneas angulares, colores imposibles y esa mezcla de arrogancia y estilazo que ya no se ve en los scooters modernos. De hecho, si Peugeot lo relanzase tal cual, con un motor 4T decente y un par de detalles LED, vendía seguro.

COMPARTE
Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

COMENTARIOS

avatar
2000
  Suscribir  
Notificar de


NUESTRO EQUIPO

Pablo Mayo

Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

Redaccion

Alejandro Delgado