Tras la Segunda Guerra Mundial, y años antes de firmar los primeros acuerdos con los Estados Unidos en base a la lógica de la Guerra Fría, la España franquista contaba con muy pocos aliados a nivel internacional. De hecho, más allá del Portugal de Salazar, el régimen nacional-católico no trataba más que con gobiernos tan concretos como el de Perón en Argentina. Todo ello, a pesar de las ciertas desavenencias levantadas por Evita durante su visita de estado a España, donde su retórica de corte popular no acaba de encajar entre las élites de un régimen nacido en la coalición de las derechas.
No obstante, sea como fuese lo cierto es que ambos países compartían la misma situación industrial. Una situación marcada por la dificultad de acceso a los mercados y, al mismo tiempo, por una curiosa paradoja. Y es que, aunque ambos contaban con una clara capacidad productiva -reconstruida en España tras la Guerra Civil bajo los auspicios del INI-, ninguno de los dos mostraba el suficiente grado de desarrollo tecnológico como para firmar patentes propias. En suma, no eran países del todo dependientes, pero tampoco podían sacar músculo propio a la hora de ser autónomos en materia de diseño.
Así las cosas, la fórmula de fabricación bajo licencia se mostró como una solución perfecta. Más aún cuando, gracias a los fabricantes italianos, franceses y británicos, ésta podía ser implementada con facilidad a través de consorcios compuestos por una mezcla de capitales nacionales y foráneos. De esta manera, a comienzos de los años cincuenta España vivió una verdadera euforia en materia de alianzas con marcas italianas. Un fenómeno que, a la vista está, también tuvo sus ecos en Argentina, donde en 1954 veía la luz Siambretta. Ni más ni menos, que las Lambretta locales; tal y como en España existía Lambretta Locomociones desde dos años antes.
Al igual que España, Argentina contaba con potencial productivo así como una demanda alcista en relación a los vehículos privados. Sin embargo, aún era muy débil en materia tecnológica
Siambretta 125 D/LD, el estreno de las Lambretta argentinas
Tanto para la fundación de la vasca Lambretta Locomociones como de la madrileña Motovespa se crearon iniciativas empresariales de nuevo cuño. Sin embargo, el caso de Siambretta vino de más atrás. No en vano, su origen hay que buscarlo en SIAM. La que bajo el nombre de Sociedad Italiana de Amasadoras Mecánicas fuera fundada en 1911 para, el tiempo, convertirse en la mayor factoría de toda América Latina sumando hasta 15.000 empleados. Así las cosas, entre semejante poderío financiero y la experiencia relativa al trabajo con metales, SIAM empezó a fabricar la Lambretta argentina allá por 1954
Y vaya, sin duda aquel estreno fue todo un acontecimiento. De hecho, la inauguración de la cadena de montaje fue celebrada por el propio Perón con una comitiva de motocicletas desde la factoría hasta la Plaza de Mayo. Por cierto, Perón a los mandos de la suya propia. Asimismo, en Siambretta acertaron de pleno ofreciendo planes de financiación para sus máquinas tal y como en España haría SEAT con el popular 600. Una razón clave para el éxito comercial de cualquier vehículo en aquella época en la que, como hoy, no siempre resultaba sencillo lograr préstamos bancarios.
Respecto al primer modelo de Siambretta, éste fue el 125. Cilindrada canónica para los primeros tiempos de las scooter tanto en Lambretta como en Vespa, ésta daba la potencia necesaria no sólo para los desplazamientos diarios por ciudad, sino también para eventuales trayectos interurbanos más o menos largos. Además, aunque la 125 se basaba claramente en la matriz italiana, la fabricación del bastidor en suelo argentino propició los primeros toques de diferenciación con la misma. Algunos de ellos, desgraciadamente, basados en la peor calidad de las piezas de aluminio.
Aquellas primeras Siambretta fueron recibidas de manera estupenda por el público argentino, especialmente beneficiado por el sistema de financiación ofrecido por la propia marca
No obstante, aquellas primeras Siambretta no sólo fueron todo un éxito de ventas, sino también un campo de juegos perfecto para el desarrollo de la industria nacional. Es más, en este sentido todo lo relacionado con los carburadores es un buen ejemplo ya que, si bien al comienzo se importaban desde Italia con factura a favor de la famosa Dell’Orto, a los pocos años estos fueron suministrados por fabricantes locales como Branmetal. Y es que, además de ser una excelente motocicleta, la Siambretta 125 D/LD es todo un icono para el desarrollo económico de la Argentina.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS