Presentado durante el Tokio Motor Show del año 2003, la Suzuki G-Strider fue una motocicleta prototipo con la cual la casa nipona exploró las posibilidades brindadas por un diseño Feet Forwards. Pero, a fin de entender aquello de lo cual estamos hablando lo mejor será situarnos a comienzos del siglo XX. Un momento en el cual al fin se estaba asentando la producción motociclista derivando de la de bicicletas.
Y es que, como bien demostraron los velomotores hasta bien entrados los años cincuenta, las actuales motocicletas deben mucho al mundo del pedal pues, no en vano, derivaban en gran medida del mismo. De hecho, muchas de las primeras motocicletas de la historia fueron, fundamentalmente, bicicletas a las cuales se incorporaba un motor.
De esta manera, cuando los primeros fabricantes de motos empezaron a hacer su labor de forma completamente desgajada a la de los talleres ciclistas, de una manera u otra arrastraron la inercia adquirida poniendo a los pilotos en una posición vertical igual a la vista en las bicicletas y, en este caso, lógica debido a la forma en la que la pierna ha de aplicar correctamente la mayor cantidad de fuerza posible al pedal cayendo la biela.
Sin embargo, lo cierto es que en el mundo de las dos ruedas motorizadas apareció de vez en cuando -siempre de manera testimonial y experimental, todo hay que decirlo- la posición con los pies por delante; también llamada Feet Forwards. Es más, en 1975 se lanzaba al mercado la británica Quasar. Dotada con un diseño envolvente y futurista para rescatar este concepto con un diseño que aún a día de hoy sigue sorprendiendo.
Mezcla de Maxi Scooter y motocicleta FF, este prototipo representaba una opción de lujo donde la comodidad se conjugaba con una cierta deportividad asegurada por la potencia de su motor bicilíndrico
Además, tras la presentación en 1995 del prototipo Yamaha Maxam -el cual llegaría a serie con necesarios retoques de sobriedad- el concepto de Maxi Scooter se asentaba como una fórmula perfecta para moverse de forma potente y cómoda gracias a la mezcla de bajo centro de gravedad, buenas mecánicas y una posición relajada con los pies por delante e incluso un pequeño respaldo.
Dicho esto, imaginemos la mezcla de los conceptos FF y Maxi Scooter porque sí, sin duda el resultado sería el que estamos viendo en la Suzuki G-Strider del año 2003. Una motocicleta futurista en la que un único pasajero iría situado en una posición sumamente tendida hacia atrás llevando una máquina propulsada por un motor bicilíndrico de 916 centímetros cúbicos con refrigeración líquida y cambio automático secuencial.
En suma, una apuesta llena de comodidad sin renunciar por ello a un manejo cargado de potencia y toque deportivo. Además, se incorporaban soluciones electrónicas tan visionarias como el uso de retrovisores por cámara digital. Sin embargo, desgraciadamente la casa nipona decidió no llevar a serie este diseño quizás por lo específico del mismo. Una pena.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS