Era una de las motos más esperadas durante mucho tiempo y no es de extrañar que su lanzamiento fuese un gran acontecimiento. La Suzuki SV 400 y la SV 400 S, se convirtieron en una referencia de grandes prestaciones y que supuso un punto de inflexión en el mercado de las dos ruedas. Presentada oficialmente en 1998 y centrada en el mercado nacional japonés, rápidamente este modelo hizo que la percepción nipona cambiase por completo en la industria de las dos ruedas.
Esta moto no tardaría en estar en todas las revistas y no es para menos. Hermana de la Suzuki SV 650, la SV 400 se inspiraba especialmente de las motos de estética italiana y que tantos buenos resultados han dado, pero con un toque japonés que no dejó a nadie indiferente. En ese sentido, no dudaron en incorporar lo que ya funcionaba en su versión de mayor cilindrada, como un sólido chasis de aluminio y una carrocería diseño minimalista, que dejaban parte del chasis al aire en el caso de la Suzuki SV 400 S, siendo una competitiva naked en el caso de la SV 400.
En la marca nipona tenían un claro objetivo y ese pasaba por traer la cultura europea a Japón, pero con su propio toque. Para hacerlo decidieron rediseñar esta moto que se convertiría en una pequeña mezcla entre una naked y una deportiva en la que se comenzaría a trabajar en algo que hoy es imprescindible: la aerodinámica. Inspirándose en la estética de Ducati, pero con un estilo japonés inconfundible y con un equipamiento mucho más sencillo, permitió que saliera con un precio realmente competitivo aunque sin prescindir de unas buenas prestaciones.
La Suzuki SV 400 incorporaba un motor de 2 cilindros que estaba diseñado en forma de V a 90º y apostaba por la refrigeración líquida. Pertenecía al segmento de 400cc –con unos 399cc más exactamente– y que de serie entregaba unos 53 CV de potencia y un par motor de 41 Nm. Esto permitía que fuese una clara referencia entre sus rivales más cercanos y es que ofrecía una tracción a bajas y medias revoluciones muy elevada.
Con la intención de que la ergonomía del conductor se potenciase, pensaron especialmente en su diseño y crearon un motor estrecho y que encajaba bien en el bastidor, mientras que por la disposición de los cilindros, tuvieron que inclinarlos ligeramente hacia adelante. Con todo ello, se potenciaba la entrega de potencia desde un inicio, algo que los usuarios agradecían.
Se trata de un modelo que sorprendió por romper con la tendencia habitual japonesa, donde los motores eran habitualmente en línea, mientras que la apuesta por europeizar la marca ha sido su gran éxito a largo plazo.
Alejandro Delgado
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