El segmento de las naked de media cilindrada se ha puesto muy interesante. Por un lado, tenemos la llegada de la Honda CB750 Hornet, que supone el regreso de una denominación con peso entre las naked y, por otro lado, tenemos la llegada de la Suzuki GSX-8S, que viene a ofrecer el mismo concepto que la Honda, pero al estilo Suzuki. Una moto que sigue la senda de aquellas Suzuki GSR y por supuesto, sigue la senda de sus hermanas mayores, las Suzuki GSX-S950 y GSX-S1000, pero, obviamente, con la mirada puesta en otro tipo de usuario y en el carnet A2.

Que enorme cambio ha dado el mundo de la moto en Europa. Hace un puñado de años, las dominadoras de las ventas eran las Supersport de 600 centímetros cúbicos, pero dejaron su lugar a un mercado mucho más racional, donde las deportivas son las motos que menos ventas acaparan y donde la oferta de motos “lógicas”, aunque no por ello aburridas, ha crecido como la espuma. De hecho, como ocurre en el mundillo del automóvil, las trail, que vienen a ser las SUV de las motos, se han hecho con el control de las ventas.

No obstante, siempre queda un hueco para otras opciones. Las motos no son como los coches, son un producto más pasional y quien se compra una moto, además de por poder contar con un medio de transporte eficaz y cómodo, también lo hace porque le gustan las motos. Los coches se compran como herramientas, se presume de ellos, sí, y por eso los SUV son los más vendidos. Pero entre los motores todavía hay quien tiene ojos y un hueco en el garaje para una naked resultona como la Suzuki GSX-8S.

La GSX-8S es, sin lugar a dudas, una moto lógica. De entrada, su precio es de 8.899 euros y cuenta con opción para el carnet A2. Luego tenemos su motor, un dos cilindros en línea, compartido con la Suzuki V-Strom 800DE, con 776 centímetros cúbicos, cuatro válvulas por cilindro y capaz de entregar 83 CV a 8.500 revoluciones y 78 Nm de par a 6.800 revoluciones –la versión A2, como cabe esperar, limita la potencia a 35 kW, es decir, 47,6 CV–.

También incluye embrague antirrebote, cambio semiautomático bidireccional y un asistente que evita que el motor se cale cuando se circula a muy baja velocidad o durante maniobras. Tiene la curiosidad de contar con un cigüeñal a 270 grados, lo que, en teoría, debería ofrecer un tacto similar a un V2 y se gestiona mediante un acelerador con tres programas –que no influyen en la potencia entregada–. El control de tracción también tiene tres niveles.

La lógica de la Suzuki GSX-8S continúa con el chasis, una estructura fabricada con acero y asistido por suspensiones KYB y frenos de dimensiones correctas –dos discos delanteros de 310 milímetros y pinzas de cuatro pistones–. La altura del asiento es de 810 milímetros, pesa 202 kilos en orden de marcha y según la marca, el consumo se cifra en 4,2 litros, lo que otorga una autonomía de 350 kilómetros gracias a su depósito de 14 litros.

Pero que sea lógica, no quiere decir que haya que olvidarse de otras cosas, como un buen diseño. Suzuki GSX-8S presenta una imagen muy en línea con las tendencias actuales. La careta del faro es afilada y agresiva, mientras que el colín es bastante recortado. En general, el peso visual de la moto se centra en la zona del depósito y el motor, para ofrecer una sensación de estar ante una moto muy compacta –no es una moto grande, mide 2.115 milímetros de largo, 775 milímetros de ancho y 1.105 milímetros de alto, mientras que la batalla alcanza los 1.465 milímetros–.

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