The Sinister, una Suzuki Katana restomod que no te dejará indiferente

The Sinister, una Suzuki Katana restomod que no te dejará indiferente

Un trabajo espectacular del taller canadiense dB Customs


Tiempo de lectura: 4 min.

Katana. Según el diccionario, una espada de origen japonés –concretamente lo define como arma blanca parecida a una espada–, para otros, una versión tuning y muy exagerada del Opel Calibra y para los amantes de las dos ruedas, una de las motos más míticas de los años 80 y como el arma blanca, de origen japonés. Quizá por eso marcó un antes y un después y, también, quizá por eso la actual Suzuki Katana no tenga la misma esencia y el mismo aura que tenía la original.

La Suzuki GSX 1100 Katana, diseñada por el equipo Target, que estaba dirigido por Hans Muth, era una de esas ocasiones en las cuales, el prototipo pasa a producción casi sin cambios. Una solución que en el mundo de las dos ruedas es muy poco común y que se aderezó, para la ocasión, con un motor de cuatro cilindros, 1.100 centímetros cúbicos –1.074 centímetros cúbicos exactamente–, capaz de rendir 110 CV a 8.500 revoluciones y de lanzar los 272 kilos que pesaba todo el conjunto hasta los 230 km/h. Y ojo, que hablamos de 1981, cuando se lanzó esta primera iteración, luego llegaron las versiones de 750, 650, 400, 250 y 125 centímetros cúbicos. Es decir, se creó toda una familia de modelos bajo el sello de la Katana.

the sinister db customs katana (2)

Es un auténtico objeto de colección, una moto de culto, y eso hace que el trabajo de dB Customs pueda levantar mucha polémica. ¿Crees que las motos clásicas deben dejar de origen, o se pueden usar para transformaciones? ¿Qué opinas de realizar un restomod a una Suzuki Katana del 82? dB Customs es una empresa canadiense, situada concretamente en Ottawa, y dirigida por Darren Begg, un ex soldador profesional y fotógrafo por afición, que un día se dio cuenta de que podría aplicar sus conocimientos y habilidades con el soldador a su mayor pasión: las motos. “The Sinister” es uno de sus últimos trabajos, un especular restomod de una moto que, de por sí, ya es espectacular.

Todo el proyecto parte de una Katana 1100 de 1982, la cual, se desmontó por completo para su restauración. No se mantuvieron todos los elementos, Darren quería algo especial y decidió darle una nueva vida a la montura japonesa. De primeras, se reconstruyó el motor y se aumentó el cubicaje hasta los 1.216 centímetros cúbicos mediante un kit Wiseco, se añadieron válvulas más grandes –de acero inoxidable–, árboles de levas con más cruce, nuevas bielas que en su origen estaban diseñadas para montarse en la Hayabusa y por supuesto, nueva gestión electrónica NWT Electronics , nuevo escape Racefit y nueva admisión. La alimentación corre a cargo de unos carburadores Yoshimura TMR-MJN, el encendido es de Dynatek.

the sinister db customs katana (1)

Darren también reforzó el chasis, puso suspensiones de última generación firmadas por Öhlins, frenos Brembo igualmente modernos y retiró el basculante original para montar uno de procedente de una Bandit 1200. Las llantas son Dymag de aluminio.

Lo único intacto es el depósito de combustible, que es el original de la Katakana del 82, aunque recibe nuevo tapón de llenado Newton Equipment. Aunque parezca que el pequeño carenado delantero es el original, en realidad es una réplica realizada con materiales de mayor calidad y más ligeros, que se acompaña de unas aletas de fibra de carbono y un parabrisas tratado con titanio. El guardabarros delantero se fabrica con CFRP –Carbon Fiber Reinforced Plastic–, al tiempo que toda la parte trasera la suministra Unicorn Japan, cubierta por un nuevo asiento desarrollado entre AC Sanctuary y Daytona.

Si somos sinceros, la lista de modificaciones es tan larga, que daría para un texto que se tardaría en leer más de 15 minutos, así que mejor decir que el cliente que se llevó esta máquina a casa está la mar de contento, aunque desconocemos el precio de todo el proyecto ni la potencia que se obtiene tras el aumento de cubicaje.

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Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.

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