Aunque hoy en día el de la scooter sea un diseño de lo más común, lo cierto es que hubo una época en la que resultó especialmente innovador. No en vano, su planteamiento con bastidor abierto ponía las cosas mucho más fáciles a sus usuarios, especialmente a la hora de montar y desmontar con mayor facilidad. Algo especialmente sensible en aquella época donde aún estaba mal visto algo tan cotidiano como una mujer vestida con pantalones. En fin, obviamente incluso en el motociclismo hay una clara lectura de género.
No obstante, a pesar de lo común que hoy en día pueda resultar una scooter lo cierto es que justo después de la Segunda guerra Mundial este tipo de motocicleta generó un profundo impacto en la industria. Popularizada desde Italia por Piaggio y Lambretta -las cuales entraron en una espiral de competencia como pocas se han visto en el sector que nos ocupa-, la scooter conquistó todos los mercados europeos a golpe de ingenio y practicidad. De hecho, mientras en el Reino Unido se convertía en todo un icono de la cultura urbana -véase la identidad Mod- en Francia hasta Peugeot quería participar del pastel presentando su propio modelo.
Asimismo, en España la scooter también entró con relativa fuerza en un mercado empobrecido. Y es que, debido a las circunstancias marcadas por la dictadura, aquí aún se estaban viviendo los últimos -pero no por ello laxos- coletazos de la posguerra. Es más, si tenemos que escoger un año clave para entender la aparición de las scooter en España ése sería 1952; precisamente el mismo en el que, al fin, acabó el racionamiento del pan. Pero, ¿por qué habríamos de escoger aquel año de una manera tan taxativa? Bueno, al fin y al cabo, fue justo durante el mismo cuando se crearon en Madrid y Éibar las filiales locales de Piaggio y Lambretta respectivamente.
Las scooter irrumpieron con fuerza en los mercados europeos gracias, entre otras cosas, a la practicidad de su bastidor abierto
Lambretta Locomociones S.A, una referencia para el sector de la motocicleta
Sin ánimo de herir sensibilidades, lo cierto es que en el mundo de las scooter Piaggio lideraba la carrera gracias a sus Vespa. Así las cosas, en 1952 el propio gobierno franquista creyó de interés nacional establecer en España una fábrica donde poder producirlas, apoyando por tanto la creación de Moto Vespa S.A a través del Ministerio de Industria, al cual se sumaron aportaciones de la banca privada así como una considerable aportación por parte de la matriz italiana de Piaggio.
Con todo ello, en el madrileño barrio de San Blas se instalaron unas cadenas de montaje que, a la postre, estarían en activo durante décadas fabricando modelos tan icónicos como el Vespino. Eso sí, mientras esto ocurría en Madrid algo se estaba moviendo en Euskadi, concretamente en Éibar. Núcleo industrial evidente desde décadas atrás, aquí se había desarrollado una importante labor relacionada con la elaboración de armas. Un ámbito de la metalurgia desde el cual, de una manera más lógica y sencilla de lo que pudiera parecer, se transitó al ensamblaje de motocicletas. De hecho, uno de los productos más demandados aquella España donde aún quedaba un tiempo para la definitiva popularización del automovilismo ya con FASA, SEAT y la Citroën de Vigo. Llegados a este punto, el 17 de junio de 1952 se firmaba la fundación de Lambretta Locomociones S.A.
El consorcio vasco que, como en Madrid había hecho Moto Vespa con Piaggio, presentó la fabricación bajo licencia de estas scooter en el mercado local. Además, la fábrica ubicada en Éibar se convirtió en uno de los principales símbolos para la industria del País Vasco. Tan importante que logró superar el fin de Lambretta en Italia allá por 1971. Un momento clave, debido al cual las Lambretta vascas tuvieron que ir por libre generando nuevos modelos sólo disponibles en el mercado español. Asimismo, durante aquella misma década también fabricó diversos modelos de Honda, combinándolos con el lanzamiento de diseños propios como el Trepador. Un ciclomotor de campo concebido, junto a otros, por José Maria Garagorri.
Lambretta Locomociones superó el cierre de la central en Italia, demostrando así capacidad sobrada para ser un verdadero fabricante y no sólo una fábrica con habilidad para trabajar bajo licencias
Sin embargo, en 1979 Lambretta Locomociones declaró la suspensión de pagos en medio de una profunda crisis relativa al motociclismo local. Condicionados por la competencia japonesa y la apertura de los cupos de importación, aquellos tiempos se llevaron por delante a referencias tan conocidas como OSSA, Montesa o Bultaco. Un tiempo difícil en el que las Lambretta de Éibar debieron sortear conflictos técnicos y laborales. De todos modos, incluso en aquellos momentos finales se realizaron nuevas versiones como la Lambretta Amiga. Encargada al diseñador Francisco Podadera y que, en un sentido estético muy propio de los ochenta, representó un atractivo y fresco intento por continuar la producción de estas scooter. No obstante, la suerte de la empresa ya estaba echada y, por tanto, aquel prototipo jamás pudo llegar a serie. Eso sí, en la trayectoria de las Lambretta vascas se encuentra el continuar adelante durante casi dos décadas tras el cierre de la casa matriz en Italia. Todo un logro.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS