En 2005 la marca austríaca dejó pasmada a mucha gente cuando presentó la KTM Super Duke 990. Nadie se había atrevido hacer una moto tan radical y salvaje enfocada para un uso de calle. La Super Duke 990 es un pack explosivo ya que combina una parte ciclo muy extrema y de gran calidad, con un motor muy rabioso, peculiar y “delicado” de conducir.
Cuando parecía que la locura había todaco techo en el mundo de las dos ruedas, llegó el año 2011 y se presentó su sustituta: la KTM Super Duke 1290, que en esencia era lo mismo pero con más de todo: más potencia, más irracionalidad, más diversión, más miedo, etc.
La KTM Super Duke 990 es una street fighter, estas nakeds de postura radical y apariencia de estar constantemente enfadadas, y que te piden siempre guerra cuando las conduces. Realmente la Super Duke no es una moto muy práctica. Aquí todas las decisiones de diseño se plegaron a un único fin: ser una moto extrema y radical que liberase altas dosis de adrenalina y miedo a la persona que se subiese en ella.
La Super Duke destacaba por una experiencia de conducción única e inigualable en una época en que lo que ofrecía el mercado eran motos mucho más suaves y dóciles. Hoy en día son varios los fabricantes que están sacado prodcutos en esta linea, pero siempre dándoles un enfoque un poco más práctico y racional, y es que KTM sólo puede haber una.
Para el propulsor se recurría al LC8 que la marca ya montaba en la KTM Adventure 950, un bicilíndrico en V a 75 grados de carrera corta y refrigerado por agua. Este diseño se modificó con unos pistones más anchos para aumentar la cilindrada hasta 999 cm3. Además, también recibió un moderno sistema de inyección electrónica firmado por Keihin, siendo la primera moto de la marca en dejar atrás la carburación.
Las cifras eran de infarto: 118 CV ¡para un bicilíndrico! además se alcanzaban a un régimen de giro relativamente bajo: 9.000 RPM. El par era de unos brutales 100 Nm a tan solo 7.000 vueltas. Y por si esto no era suficiente – aunque creedme que sí- los austríacos vendían la versión pata negra: la KTM Super Duke 990 R, que mejoraba la apuesta y alcanzaba los 132 caballos a consta de elevar más la zona roja del motor.
Algunos estaréis pensando que estas cifras no son para tanto, que las tetras japonesas de la época superaban con creces esta potencia e incluso algunas ya andaban cerca de los 200 CV, pero la clave es la forma de entregar esos caballos y la personalidad del motor.
Las tetra son pura suavidad y finura, y solo se enfadan cuando las revolucionas mucho. La KTM está siempre enfadada, prácticamente desde que tienes el motor al ralentí. La potencia es mucho más explosiva, directa e incluso tosca, y por eso es tan adictiva. De hecho, es un motor al que no le gusta nada que lo lleves bajo de vueltas e incluso te puede propinar unos cuantos tirones y corcoveos como no lo lleves “donde a a él le gusta”.
Los clientes y profesionales del gremio criticaron un poco está personalidad tan extrema y brutal, y fruto de ello KTM tomó nota e intentó dulcificar un poco la entrega de potencia en el restyling de 2007, para que así la moto no te “mordiese” si no estabas siempre en guardia.
Para la parte de ciclo los austríacos eligieron un bastidor de entramado tubular de tipo trellis, y unas horquillas invertidas de 48 mm firmadas por WP. Los frenos tenían una potencia de escándalo gracias a unos discos de 320 mm y a unas pinzas radiales de cuatro pistones del fabricante Brembo que estaban comandadas por una bomba de freno también de tipo radial. Como siempre en KTM el peso se miró con lupa y la moto arroja en la báscula unos pírricos 186 kg, nada mal para todo el arsenal de componentes de primer nivel que trae.
De segunda mano los precios oscilan entre los 4.000 del modelo convencional y los más de 6.000 que piden por la R. Son motos que se compran para lo que se compran y además, la parte técnica tan radical del modelo hace que la durabilidad no sea su fuerte.
Estas motos son para hacer el loco durante el fin de semana y volver el lunes a la rutina con la válvula de escape completamente liberada. Hasta la fecha, el mejor sustituto del sexo que se ha inventado. El problema es que son vehículos a los que hay que mimar. Con semejantes perolos es normal que beban aceite y hay que estar atentos al nivel.
Además, es una moto que requiere mimos y cuidados más exahustivos de lo normal a nivel mecánico. De todas formas, es un peaje que muchos pagarán con gusto si a cambio reciben todo un aluvión de sensaciones, ese cóctel de miedo, adrenalina, euforia y felicidad que te invade al conducirla.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS