La Daelim Roadwin es una moto modesta, pero no por ello menos interesante. El modelo original vió la luz en 2004 al calor del éxito de las octavo de litro que ya empezaba a fraguarse con la convalidación del carné A1 con tres años de carné B.
La Daelim Roadwin venía a ofrecer un concepto parecido al de las naked japonesas asequibles de 125 que había por aquella época como la Honda CG 125 o la Yamaha SR 125, pero los coreanos intentaron hacer una propuesta con más empaque y presencia, a consta de “estropear” un poco las cifras del modelo.
Así por ejemplo la Roadwin destacaba por un robusto chasis de doble viga, quizá demasiado sobredimensionado ya que no estaba específicamente diseñado para ella, sino que se compartía con otras motos más prestacionales como la Daelim Roadwin R en sus variantes de 125 y 250 cm3.
Destacaba también por sus neumáticos de elevadas dimensiones. La rueda trasera era de medida 140/60/17, cuando una Honda CG 125 coetánea montaba gomas de medida 90, para que os hagáis una idea. Algo similar ocurría en el tren delantero donde recurría a una 110/70/17.
Estos componentes sobredimensionados que la hacían parecer una moto más grande de lo que en realidad era, se cobraban su precio en las prestaciones. El conjunto alcanza los 135 kg en vacío, mucho para una octavo de litro. La aceleración se veía perjudicada, mientras que la velocidad punta rondaba los 105-110 km/h de marcador. Su consumo no es especialmente brillante tampoco ya que las medias rondan los 3,3 l/100 km.
El motor es un monocilíndrico refrigerado por aire con cuatro válvulas en cabeza, al estilo de lo que estaban haciendo el resto de fabricantes. En sus primeros años de vida, la mecánica estaba alimentada por un carburador, y la inyección electrónica no llegaría hasta el modelo de 2007.
Estéticamente, a excepción de los componentes sobre dimensionados antes mencionados, la Daelim Roadwin 125 seguía los cánones del diseño de nakeds. Era un conjunto muy neutro estéticamente, de suaves y fluidos trazos. Destaca la óptica frontal redonda, tan característica de estas motos, y llama la atención los semimanillares que emanan de la tija, en vez de recurrir al clásico manillar de cuna, más comodo pero menos vistoso.
En la parte ciclo la moto cuenta con un freno delantero de disco con pinzas de dos pistones con una eficacia suficiente para las prestaciones de la moto, pero con un tacto un poco indirecto. Destacaba también el freno trasero de disco, cuando toda la competencia montaba frenos de tambor en este tipo de motos. Como digo, detalles para parecer un modelo más grande.
Cabe destacar que el silencioso de esta moto se puede desmontar con gran facilidad, ya que solo hay que aflojar tres tornillos para conseguirlo. De esta forma se consigue un sonido más ronco y un aumento considerable en los decibelios -sin llegar a ser escandaloso- por lo que era una buena forma para que los más malotes del barrio pudieran hacer ruido sin recurrir a costosas soluciones after market.
El modelo ha aguantado bien el paso del tiempo y de segunda mano cotizan a precios altos si tenemos en cuenta que nuevas apenas sobrepasaban los 2.300 euros. Hoy en día las unidades carburadas de los primeros años pueden encontrarse a partir de 700 euros dependiendo del estado y los kilómetros. Por algo más de mil deberías encontrar una unidad en buen estado.
Como conclusión, quizá no sea la mejor naked asequible de 125, ya que los diseñadores le concedieron “demasiadas” licencias a la estética. Pero si no vas a hacer un uso muy intensivo de la moto, y la mayoría de gente que compra una 125 entra en ese saco, puede ser una buena alternativa. Es barata de adquirir y además parece bastante más moto que las típicas 125 “bicicletescas” a las que nos tienen acostumbrados los fabricantes japoneses.
Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS