En los años 80 se pusieron de moda las Replica Racer, bien fuera del campeonato del mundo de velocidad o los mundiales de resistencia o SBK. De ahí nace nuestra protagonista de hoy, la Yamaha FZR 750 R (OW01).
Justo un año antes, y como casi siempre, Honda había dado el campanazo presentando la ya mítica RC 30 derivada directamente del campeonato de resistencia. Además, Honda partió desde cero para la creación de su nuevo estandarte, la VFR 750 R. Evidentemente, el resto de fábricas niponas debía ponerse las pilas si no quería perder la batalla dentro de este segmento.
Es en 1989 cuando Yamaha da a conocer su nueva FZR 750 R, una moto que pareciera haber llegado directamente desde la parrilla de cualquier circuito del mundo. Para ello tan solo había que echar un vistazo rápido y percatarse de los detalles que componían esta obra de arte rodante. Pero lo cierto es que la marca de los diapasones había cogido la base de su moto de endurance, modificándola de modo que fuera una motocicleta matriculable y a la vez usable para el público en general.
Para ello, los ingenieros de Yamaha no se dejaron nada en el tintero. Partiendo desde su motor, esta nueva FZR 750 R montaba un tetracilíndrico con 72×46 mm de diámetro y carrera, 20 válvulas y un nuevo e innovador sistema de escape EXUP. La alimentación estaba encomendada a una batería de cuatro carburadores Mikuni de 38 mm de compuerta plana.
Además, y con la intención siempre presente de reducir el peso, se le dotó al propulsor de unas bielas mucho más ligeras fabricadas en titanio conjunto con un cigüeñal de menor tamaño y también aligerado en lo posible. En el apartado de la refrigeración se optó por sendos radiadores de agua y aceite, garantizando de este modo tener siempre la temperatura idónea para exprimir al máximo el bloque de la OW01. También un nuevo sistema de admisión frontal ayudaba en la zona alta de cuentavueltas, imprimiendo un plus de aire fresco a su motor.
Con un motor de 750 cc y unos componentes de primera calidad, la Yamaha FZR 750 R era la máxima competidora del momento de la mismísima Honda RC 30 presentada un año antes
Otro de los detalles digno de mencionar de esta exótica motocicleta es su espectacular chasis de aluminio, con refuerzo en las zonas de mayor torsión y soldado a mano para garantizar su rigidez y acabado. Un basculante también fabricado en el ligero metal completa la parte ciclo de esta radical deportiva.
Por supuesto, los componentes que formaban parte de la FZR 750 R eran de primera calidad y suministrados por las marcas más reputadas del momento. Quizás la mejor prueba de ello son sus discos delanteros sobredimensionados de 320 mm con pinzas de cuatro pistones firmadas por Nissin. Para el eje trasero se optó por un disco de 240 mm y pinza de dos pistones.
La suspensión no iba a ser menos, y para ello la casa de Iwata se decantó por una horquilla con barras de 43 mm y regulable en diferentes posiciones. En su parte posterior los suecos de Ohlins suministraban por primera vez en una deportiva en serie un amortiguador derivado de los usados por las YZ 250 de supercross, que hacía las delicias de sus usuarios.
Sendas llantas de 17 pulgadas, con neumáticos 120/70 delante y 170/60 detrás, conferían el mejor manejo y estabilidad a la FZR 750 R, dejando atrás la manía de las marcas de experimentar con llantas de 16 o 18 pulgadas. Para completar esta fiesta “motoril”, Yamaha dejó detalles como su tapón del depósito derivado de la competición con apertura rápida para llenado y válvula de descompresión, colín monoplaza, una preciosa tija de aluminio pulida o su cuadro de relojes presidido por el tacómetro con la línea roja fijada en las 13.000 RPM.
El resultado final era una moto más fácil de pilotar que la RC 30, gracias a un mejor reparto de pesos y mejor apoyo en su tren delantero, con 121 CV de potencia a 12.000 RPM y con la opción de conseguir un prohibitivo kit con el que se podía incrementar la potencia hasta los 135 CV.
Con un precio que rondaba los 2.400.000 pesetas del momento, es decir, el doble que su modelo homólogo de la gama, esta Racer Bike fue destinada casi en su totalidad a clientes que competían en diversas modalidades de resistencia. En la imagen superior vemos al piloto italiano Fabrizio Pirovano -campeón de WorldSSP- en el circuito de Monza en 1990, carrera que ganó.
En España no se llegó a comercializar y tan solo llegaron unas pocas a manos de unos cuantos afortunados. En la actualidad no se sabe muy bien cuántas unidades quedan de las 1.000 que fabricó la marca nipona. Lo que sí está totalmente claro, es que esta moto tan especial es a día de hoy un objeto de colección para amantes del mundo de las dos ruedas y que pasará a la historia como una de las motocicletas más racing jamás fabricadas.
J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS