A finales del milenio pasado, la marca nipona ponía en órbita a la protagonista de hoy, la Yamaha YZF-R7 (OW-02), intentando a la desesperada arrebatarle a las obstinadas Ducati el mundial de SBK, algo que en los últimos 10 años habían logrado los italianos en ocho ocasiones con sus bicilindricas, y que tan solo Honda había conseguido darle la réplica en contadas ocasiones.
Para ello Yamaha saca en 1999 esta espectacular deportiva, que pasará a la historia como una de las motocicletas más exclusivas y especiales que se han fabricado. Primero de todo, por las solo 500 unidades que se pusieron a disposición de los clientes de Yamaha, cifra con la que la FIM permitía la homologación de la moto que a posteriori, y a manos del japonés Noriyuki Haga, casi logran el mundial en el año 2000. Mundial que les fue arrebatado por Honda y su VTR 1000 SP-1 a manos de Colin Edwards en la última carrera, en la que Haga estaba sancionado por doping en epinefrina, como Chev Chelios en “Crank”.
Por otro lado, por la manera en la que la marca enfoco el modelo en sí, vendiéndose con una potencia limitada a 106 CV dadas las restricciones impuestas en países como Italia, Alemania o Portugal (entre otros) en esos momentos. Por último, y no por ello menos importante, su alto precio y al alcance de muy pocos, 4,6 millones de las antiguas pesetas, es decir, más del doble que una Yamaha YZF-R1 del momento, o el triple que una R6 de ese mismo año.
Pero claro, en cuanto la miras al detalle es cuando te das cuenta del porqué de ese precio, más allá de su exclusividad por el número de unidades fabricadas. Y es que la Yamaha YZF-R7 (OW-02) es una de esas motos que ganaban en las distancias cortas, donde podías disfrutar con los detalles que la hacían marcar la diferencia con casi cualquier otra moto del momento.
La Yamaha YZF-R7 es una de las motos mas especiales que se han fabricado jamás, donde la marca nipona puso a disposición de sus clientes más exigentes una verdadera Superbike matriculable
Para empezar, por el tetracilindrico de 750 cc y 106 CV de potencia en origen, que tras varios kit de diferentes precios y componentes podía llegar a 180 CV y tener una moto prácticamente como la de Haga. Evidentemente, esto estaba al alcance de muy pocos, ya que para ello había que sumar otros 3 “kilos” de la época, aunque por mucho menos podías optar a los dos escalones intermedios de 125 y 160 CV, respectivamente.
Para el primer nivel bastaba con una junta de culata de menor perfil, bomba de gasolina de más caudal y ECU modificada. Por medio “kilo” más te instalaban un escape completo derivado de competición y nuevamente modificando ECU y poco más, se llegaban a los 160 CV. Por lo tanto, por algo más de 5 millones de las antiguas pesetas disponíamos de una carreras-cliente en toda regla.
Evidentemente, para soportar esas subidas de potencia, el motor ya debía estar preparado para ello previamente, y aunque la versión inicial pasaba los 100 CV de milagro, todo en su interior era un compendio de tecnología que esperaba ser despertada de su letargo para dar lo mejor de sí: válvulas y bielas de titanio aligerado, pistones forjados, un sistema con doble inyector por cilindro o su doble radiador frontal.
Además, ya contaba con sistema antirrebote en el embrague, depósito de aluminio, colín monoplaza… Una virguería creada por y para el disfrute
Pero si en algo destacaba esta OW-02 (código interno de la marca para denominarla) era en su parte ciclo, donde un chasis tipo Deltabox de doble viga en aluminio pintado en negro era capaz de ofrecer un 50 % más de rigidez que el de su hermana por arriba la R1, al igual que el basculante, donde este dato alcanza valores cercanos al 80 % con respecto a la mayor de la saga.
Todo ello aderezado con una horquilla invertida con barras de 43 mm y monoamortiguador trasero firmado por Öhlins, ambos totalmente regulables, kit de frenada sobredimensionado con discos de 320 mm delante y pinzas de cuatro pistones y de 245 mm detrás con pinza de doble pistón opuesto. No solo eso, la YZF-R7 declaraba un peso de solo 176 kilogramos, aunque una vez puesta en la báscula este llegaba a los 191 kg, a pesar de los materiales nobles empleados para su creación, pero incrementado en mayor medida por de la gran sección de su chasis.
Como podéis ver, todo fue hecho con gusto y detalle, dando cuenta la marca nipona de sus buenas costumbres en la creación de motocicletas deportivas, como ya había hecho años atrás con aquella espectacular Yamaha FZR 750R (OW-01) y justo un año después del aterrizaje de la revolucionaria R1. A pesar de ello, no consiguió finalmente su objetivo principal, el Campeonato del Mundo de Superbikes, pero para los que amamos este mundillo disfrutaremos de esta espectacular motocicleta en serie que deleitó y sigue haciéndolo allá donde ruede.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.Mágnifica review!!!, era y soy muy fan de esas “siete y medio” que se midieron de tú a tú con las V2 de litro en el mundial de SBK, y sin duda la R7 formaría parte del garaje de mis sueños, como molaban estas locuras “lago” comunes antaño.