La historia de Villof es similar a la de otras muchas empresas que, desde alguna dedicación relacionada con el metal, han progresado hasta crear una gama motociclista. Ejemplo de ello son algunas casas vascas, relacionadas en un principio con el sector armero de Éibar para luego acabar vendiendo vehículos de dos ruedas tanto a pedales como a motor. Pero también otras como Derbi, la cual venía del ámbito de las bicicletas antes de dedicarse exclusivamente a las motos. Además, también está el caso del propio Pere Permanyer, volcado antes de crear Montesa junto a Xavier Bultó en el sector de los autogasógenos.
No obstante, regresando a la historia de Villof ésta se dedicaba a la producción de tornos. Uno de los elementos básicos en cualquier taller y, por tanto, algo que de una manera u otra invitó a pensar en la fabricación de motocicletas. Además, también estaba el contexto de la época. No en vano, la producción automotriz de la valenciana Villof comenzó en 1949. Es decir, en un momento donde la sociedad española aún no podía permitirse el acceso a los automóviles. De esta manera, la adquisición de velomotores o motocicletas turismo en el mejor de los casos.
Así las cosas, la primera oferta en el catálogo de Villof fue una montura urbana con 96 centímetros cúbicos. Eso sí, ya que el cuadro guardaba más similitudes con una bicicleta que con un ciclomotor, ésta se catalogó como velomotor. No obstante, Villof fue desarrollando mejores cuadros, mecánicas con más cilindrada e incluso modelos con cambios. Gracias a ello, en 1955 su gama oscilaba entre las monturas urbanas más sencillas y una cierta variedad de modelos turismo con motores de octavo de litro inspiradas en las patentes DKW liberadas tras la derrota nazi al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Durante los años cincuenta, en España fueron muy abundantes las pequeñas marcas motociclistas centradas en las turismo de octavo de litro
Villof VDF 125, el mayor éxito de la marca
En el eje formado por las casas motociclistas que se podían encontrar entre Barcelona, Valencia y Elche, la valenciana Villof no fue la más destacada. Un hecho que viene claramente marcado por los números de venta. Sin embargo, lo cierto es que gracias a la VDF 125 logró una cierta notoriedad. Presentada en 1955, esta turismo ligera hizo incluso algunas incursiones en la competición bajo el apoyo explícito de la marca.
De hecho, algunos carteles promocionales de la marca durante la segunda mitad de los años cincuenta así o avalan. Respecto al motor, éste fue un monocilíndrico de dos tiempos refrigerado por aire con 123 centímetros cúbicos para mover los 70 kilos de la motocicleta hasta los 80 kilómetros por hora. Además, el cuadro era de cuna simple en acero reforzado y el carburador, según la unidad, un Amal o un Dell’Orto.
Todo ello montado en la fábrica de Villof, sita en la Avenida del Puerto 121. Asimismo, la VDF 125 siguió avanzando en actualizaciones hasta que, en 1961, ganó un asiento corrido así como otras ventajas entre las que destaca la incorporación de una caja de herramientas. No obstante, ya en los años sesenta el mercado motociclista estaba cambiando radicalmente tras la popularización del automóvil encabezada por el SEAT 600 de 1957.
Hoy en día encontrar una de estas máquinas es toda una rareza, ampliamente eclipsadas por marcas de mayor proyección como Lube o Montesa
Debido a esto, sólo aquellas marcas que supieron adaptarse a la horquilla formada por los modelos urbanos y los destinados al ocio – especialmente en el mundo del Cross – pudieron sobrevivir. Algo que no hizo Villof, la cual paró la producción de la VDF 125 en 1961. De todos modos, tuvieron el magnífico detalle de continuar produciendo piezas hasta 1965 de cara a seguir sirviendo repuestos. Seguramente, hoy en día muy preciados por los escasos coleccionistas que atesoran una de estas máquinas valencianas en sus garajes.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS