Moto del día: Indian-Vincent “Vindian”

Moto del día: Indian-Vincent “Vindian”

Sólo fue un prototipo, pero podría haber llegado a ser uno de los iconos motociclistas del mundo anglosajón


Tiempo de lectura: 5 min.

Desde que se fundó en 1901 Indian es una de las referencias básicas en la historia del motociclismo estadounidense. Es más, aún a día de hoy no son pocos los aficionados responsables de perpetuar su sempiterna rivalidad con Harley-Davidson. Una pugna que, desde las primeras carreras en óvalos de tierra o madera, ha marcado la forma y manera en la que los Estados Unidos entienden el cómo ir a dos ruedas. No obstante, a pesar de ser una empresa tan reconocida en su mercado ésta ha experimentado momentos de enorme gravedad financiera. Es más, uno de ellos – posiblemente el más grave – fue el que se llevó por delante el proyecto de la Indian-Vincent.

Pero vayamos por partes. Y es que, ¿a qué viene esa unión de términos? Bueno, pues por la propia unión de ambas marcas en el desarrollo de una nueva gama de modelos. Para empezar, hay que tener presente la crisis económica que estaba pasando Indian después de la Segunda Guerra Mundial. Condicionada por un mercado donde las monturas de baja cilindrada iban ganando terreno de una forma abrumadora – proceso que acabó por confirmar el éxito de las marcas japonesas en los Estados Unidos durante los años sesenta – ésta se iba quedando profundamente desactualizada. Debido a ello, tuvo que realizar importantes inversiones a la hora de desarrollar motocicletas ligeras.

Sin embargo, éstas no estuvieron listas hasta los albores de los años cincuenta. Además, algunos de sus modelos más icónicos comenzaron a dar problemas de fiabilidad. Es más, incluso el mítico Chief tuvo que salir de producción durante varios meses debido a su escasa rentabilidad. Todo ello, para colmo, con una competencia – especialmente interpretada por Harley-Davidson – a la cual le iban mucho mejor las cuentas. Llegados a este punto, Indian necesitaba dar un golpe de timón. Golpe que estuvo a punto de consumar gracias a la británica Vincent Motorcycles. De aquellas, la marca más prestacional del momento. Responsable de producir en tirada corta modelos tan espectaculares como la Black Shadow.

indian vincent (2)

La unión de las dos marcas podría haber creado un verdadero hito al sumar nombres tan legendarios, independientemente del acierto técnico o no

Indian-Vincent, lo que pudo ser y no fue

A finales de los años cuarenta los fabricantes ingleses estaban de enhorabuena en el mercado estadounidense. No en vano, la libra se había desplomado frente al dólar, por lo que buena parte de los compradores americanos se encaminaron junto a sus billeteras a los concesionarios con modelos turismo procedentes del Reino Unido. Gracias a esto, Phil Vincent – a la sazón director de Vincent Motorcycles – se encontraba de visita en los Estados Unidos analizando las posibilidades de su exquisita marca en aquel país.

Debido a esto, se produjo su encuentro con la dirección de Indian. Momento en el que empezó a gestarse la Indian-Vincent. Y es que, veamos. La casa estadounidense necesitaba dar un golpe encima de la mesa gracias a un nuevo modelo tan llamativo como exitoso. Sin embargo, desarrollar algo así desde cero resultaba extremadamente costoso. Algo totalmente imposible dada la situación en la que se encontraban sus cuentas. No obstante, ¿y si se utilizase a Vincent Motorcycles como proveedor de motores?

Evidentemente, esto sería algo bastante audaz. Además, tendría unos excelentes efectos publicitarios pues, no en vano, unir el nombre de Indian al de la pequeña fábrica prestacional británica sería algo cargado de prestigio. Asimismo, Vincent Motorcycles sacaba en claro un beneficio más que interesante al servir como fabricante de motores al por mayor. Es más, esta empresa acostumbrada a las pequeñas tiradas nunca se había visto bendecida por una oportunidad de negocio igual.

indian vincent (3)

En verdad esta moto no tiene nada de Indian, pero sí era una versión para el mercado americano que sería comercializada por ésta en su amplia red de concesionarios

Así las cosas, hacia 1949 se crearon dos prototipos. El primero fue el de la llamada Vindian. Ni más ni menos que una Chief con el motor bicilíndrico de un litro con el cual se equipaban las Vincent más potentes. Y el segundo fue el Indian-Vincent. Una apuesta más propia de los británicos que de los estadounidenses, ya que en verdad se trataba de una Vincent Rapide de la serie correspondiente a 1948 con diversos detalles que la hacían apta para el mercado de exportación. Entre ellos el cambio a la izquierda, pero también un manillar más alto – la forma en la que se entendía el manejo, y por tanto la postura de conducción, era muy diferente en los Estados Unidos – , las barras protectoras cromadas y elementos como la luz instalada en el guardabarros delantero. De esta manera – y en conjunción con la Vindian – se esperaba renovar la oferta de las monturas con mayor cilindrada gracias al apoyo inglés. Algo que sería sin duda excelente, pues además liberaría recursos a Indian para el desarrollo de las ansiadas motocicletas ligeras para la venta masiva. Sin embargo, la situación financiera era tan desesperara que nada de esto pudo llegar a buen puerto. Es más, en 1953 la producción paró completamente. Una terrible noticia también para Vincent Motorcycles, puesto que ésta había hecho un amplio desembolso en materiales a fin de iniciar la producción de motores para la casa estadounidense. Un hecho que tiró a la baja de sus cuentas, precipitando su cierre no mucho más tarde. En suma, un verdadero desastre para ambas partes aunque, con el tiempo, ha quedado este prototipo como la muestra de lo que pudo ser y no fue.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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