Ya que la memoria es libre y subjetiva las más de las veces, Lube es una marca recordada de maneras diferentes ya sea por unas personas u otras. De esta manera, mientras parte de la afición recuerda el lado más deportivo gracias a modelos como la Renn 125 GP, otra seguro que tendrá más en mente a la 125P. Una motocicleta sencilla, cómoda y eficaz aunque, en verdad, fue la limpieza su principal cualidad. No en vano, su motor iba cubierto con un peculiar carenado que la hacía recibir el sobrenombre de “ la moto del cura “. Ahora, ¿por qué? Bueno, en este sentido lo mejor será ir paso a paso desentrañando uno de los nichos de mercado menos conocidos – pero más curiosos – del motociclismo en España.
Para empezar, os pediremos que hagáis el esfuerzo de imaginaros ataviados con una falda. No una amplia y cómoda cual si estuviéramos en Escocia con un típico kilt, sino una larga y ligeramente estrecha. Es decir, responsable de limitar vuestros movimientos bastante más de lo que se pueda imaginar en primera instancia. Además, no sólo debéis llevarla. Sino también hacerlo con el recato y la discreción previstas bajo un régimen de conductas tan severas como el marcado durante los primeros años del Franquismo. Así las cosas, huelga decir que la simple actividad de montar en motocicleta podría ser todo un reto. En primer lugar por tener que acomodarte sobre la máquina, y en segundo por el tener que mantener limpia la vestimenta a pesar del polvo del camino y el hollín de la mecánica.
Debido a todo esto, algunos fabricantes diseñaron motocicletas con la barra baja de cara a minimizar el problema. Prueba de ello son las unidades de la Montesa B46/49 hechas en este sentido. Algo que se fue haciendo cada vez más innecesario según se popularizaron los scooter. Ideales en bajo este prisma ya que carecían de un bastidor con barra alta al tiempo que, en materia de limpieza, llevaban la maquinaria debidamente tapada al menos en casos como la Vespa, la Lambretta, el Iruña o el Rondine. No obstante, existieron opciones intermedias donde, aunque seguía habiendo barra alta y depósito entre el sillín y el manillar, al menos la mecánica quedaba carenada a fin de no mancharse o, al menos, hacerlo con menor frecuencia. Llegados a este punto, no pocos de estos modelos fueron especialmente deseados por los curas rurales vestidos con largas sotanas, haciendo así que modelos como la Lube 125P recibieran el apelativo de “ la moto del cura “.
Esta forma de carenar el motor en sus laterales a fin de mejorar la limpieza fue una fórmula más habitual de lo que pudiera parecer
Lube 125P, una motocicleta práctica
Durante finales los años cuarenta, Lube fue evolucionando a través de una gama donde encontramos monturas con diversas cilindradas aunque, a decir verdad, su insignia comercial fue la A99 con poco menos de 100 centímetros cúbicos. Una máquina excepcional en el mercado español de su momento, donde llegó a ser uno de los modelos más valorados y mejor vendidos dentro del segmento de las turismo con menos de octavo de litro. Además, en 1952 la casa vasca consiguió firmar un convenio con la alemana NSU a fin de tenerla como socia tecnológica.
Gracias a ello, a comienzos de los cincuenta Lube se distinguía por una excelente calidad mecánica frente a otras marcas nacionales como Montesa. De hecho, la casa catalana insistió bastante en la mejora de sus horquillas y suspensiones para adelantar así en valoración general a sus duras competidoras vascas. Hitos que hicieron ponerse al día a Lube, la cual respondió con sus propios amortiguadores hidráulicos así como con sistemas de válvula rotativa.
Una época de novedades responsable de desembocar en las Renn de los años sesenta, las cuales no sólo dieron servicio a la Guardia Civil sino también lograr una buena cuota de ventas al tiempo que se hacían con trofeos deportivos como el GP de Madrid disputado en el circuito del Parque del Retiro.
La firma con NSU consolidó a Lube, haciendo de ella una casa con una gama más sólida y creíble ante el mercado
No obstante, antes de todo aquello lanzó en 1956 motocicletas tan prácticas e interesantes como la Lube 125P. Claramente partícipe de aquella época en la que NSU actuaba como socia tecnológica, ese modelo con cambio al pie contaba con un motor de 123 centímetros cúbicos capaz de entregar 6,8 CV a 6.000 revoluciones por minuto con una velocidad máxima de 85 kilómetros por hora. Todo ello con su llamativo carenado del motor a fin de aislarlo de la vestimenta del conductor. En suma, una opción perfecta para los desplazamientos de cualquier sacerdote rural. Una vez más, el ingenio popular parecía tener razón.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS