Desde que fuera presentada en 1974 tras tres años de ensayos, la OSSA Phantom 250 cultivó una clara vocación por estar entre las primeras posiciones del Mundial. De esta manera, sus versiones de competición para el equipo oficial siempre fueron un paso por delante de lo ofertado en los concesionarios. En este sentido, mientras la afición se sorprendía por la ligereza de la nueva OSSA – tanto que se llegaron a lanzar versiones en 125 y 175 centímetros cúbicos para aprovechar así el tirón comercial – la escuadra de OSSA con John Banks y Domingo Gris al frente ya probaba la que, en unos meses, habría de ser conocida como Phantom 250 AS75.

Por fin, la montura con la que se abordaría la participación en el Mundial de Motocross a pesar de la competencia representada por las fábricas japonesas sin olvidar a KTM y, claro está, las Bultaco Pursang. Mejorada especialmente en todo lo relacionado con las suspensiones, ahora los amortiguadores traseros dejaban a un lado el aceite para incorporar así el gas. Todo ello tras un trabajo mano a mano con la casa Betor. Además, el monocilíndrico también experimentó diversos cambios pero, aún con todo ello, los resultados no fueron en absoluto satisfactorios. Es más, siquiera el fichaje del sueco Hakan Carlquist pudo traer victorias reseñables.

De esta manera, OSSA se puso manos a la obra de cara a mejorar todo lo posible. De esta manera, se designó a Claude Jobé como piloto de pruebas de la nueva Phantom, recluyéndose a medio camino entre el Circuito de Tarrasa y la factoría de OSSA en Barcelona a fin de sacar todo el partido posible a aquella montura de Motocross. Así las cosas, se modificó el cárter al tiempo que se incorporaba una culata completamente nueva. Además, el cilindro se sustituyó por otro de nuevo cuño. En suma, la OSSA 250 daba un gran salto en 1976 presentado a serie todas aquellas novedades en la AS76. La cual, por cierto, adoptada al fin un llamativo tubo de escape tipo bufanda.

Desde sus inicios, la saga Phantom estuvo en constante evolución usando la competición como campo de pruebas

OSSA Phantom 250 AS77, la última de la saga

A la luz del tiempo, una buena parte de la afición local al Motocross considera a la Phantom 250 AS76 como la mejor de la saga. No obstante, a pesar de sus múltiples avances OSSA se vio interpelada a presentar una nueva versión de cara a 1977. Y es que, no en vano, las monturas de Motocross evolucionaban a un ritmo vertiginoso, teniéndose que estrenar una nueva generación cada año a fin de no caer fácilmente fuera del mercado. Algo que, a la larga, está dando un enorme entretenimiento a los aficionados al Motocross, estableciéndose largas diatribas sobre en qué fecha o versión exacta se incorporó tal o cual elemento.

Todo ello galopando sobre la confusión inherente a las marcas históricas españolas, con sus escuetos fondos documentales dispersos si es que aún existen. En suma, todo un microcosmos en el que, finalmente, es mejor tomarse todo con una cierta tranquilidad. Sea como fuese, lo cierto es que cuando en 1977 llegó la OSSA Phantom 250 AS77 en ella se volcaba todo lo aprendido tras tres años participando en las carreras. Así las cosas, la casa catalana intentaba situarse al más alto nivel sacando pecho frente a los fabricantes japoneses.

Para ello, usaba el chasis de la generación anterior acoplando al mismo un basculante más rígido y extenso. Además, en lo relativo al motor se seguía usando el cilindro con cuatro aletas ya visto durante el Campeonato de España de Motocross 1976, gracias al cual se lograba una curva de potencia progresiva y, sobre todo, animosa en los ritmos más altos. Todo ello para rendir 38 CV a 9.000 revoluciones por minuto con un peso total de 94 kilos.

A pesar de las buenas cualidades de la AS77, el desarrollo de la Phantom tuvo que parar debido a la compleja situación financiera de la empresa

No obstante, en 1977 la situación financiera de OSSA no era especialmente buena. Debido a ello, a pesar de las excelencias mostradas en esta nueva generación de la Phantom la dirección de la marca decidió dejar a un lado el Motocross, suspendiendo incluso la aparición de nuevas versiones. Llegados a este punto, la Phantom 250 AS77 se vendió durante dos años hasta agotar existencias mientras OSSA intentaba, a la desesperada, salvarse gracias a las monturas de asfalto y Trial. De hecho, en 1978 llegó una traumática suspensión de pagos seguida de la salida de la propia familia Giró del accionariado tras un despido en el que se perdió a casi la mitad de la plantilla. En fin, desde el auge de las motocicletas japonesas en el mercado estadounidense hasta las deficiencias en diseño – o la propia apertura del mercado español al exterior – todo sumó para la llegada de aquella situación. Hoy en día vista con indignación por buena parte de la afición aunque, a decir verdad, gran parte de esa misma afición reconoce cómo sus anhelos iban hacia las más modernas motocicletas foráneas. Cuidado con la nostalgia, pues todo lo distorsiona.

P.D Si quiere contemplar en vivo la historia del motociclismo español, le aconsejamos una visita al Museo de la Moto Española “Made in Spain” en Alcalá de Henares. De hecho, las fotografías con las que ilustramos este texto pertenecen a dicha colección.

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