Gilera, durante muchos años, fue una auténtica referencia en el sector de las motos con motores de poca cilindrada, con especial protagonismo en el segmento de las deportivas de 125 centímetros cúbicos “dos tiempos”. Gilera se convirtió en especialista y con lanzamientos como la Gilera Crono, marcó el camino a muchos rivales. Pero claro, no todo son motos pequeñas y en el salón de Milán de 1988, presentó la Gilera ER 500 Dakota, una trail de diseño un tanto particular, animada por un motor de cuatro tiempos, refrigeración líquida y culata de cuatro válvulas.
La presencia de esta moto fue toda una sorpresa, pues suponía el regreso de la firma italiana a los motores “de válvulas”. Su lanzamiento logró acaparar mucha atención, porque además, aquella 500 había sido precedida unos años antes, en 1985, con el lanzamiento de la Dakota 350, que también presumía de un motor “de válvulas” y refrigerado por líquido.
Gilera, con estas dos motos, se apuntaba a la moda que trail que habían desatado los japoneses con motos como la Yamaha Tènère y el enorme tirón mediático que tenía el París-Dakar. En aquellos años, las trail eran verdaderas motos “de campo”, muy lejos de las actuales, que son casi motocicletas de turismo y como se suele decir, de todo uso. Las trail “viejas” estaban más cercanas al concepto enduro que al concepto de moto para todo como ahora. Y eso se notaba en su diseño y en la concepción de todo el modelo.
El motor de la Dakota 500 fue diseñado por el ingeniero Lucio Masut, un recién llegado a Gilera que siguió el camino que habían marcado los japoneses. Esto era, un motor de un solo cilindro –con pistón forjado montado sobre cojinetes antivibración– de 492 centímetros cúbicos con embrague multidisco en baño de aceite, caja de cambios de cinco relaciones y un encendido electrónico de origen japonés. Se anunciaba 32 CV a 7.250 revoluciones.
Aunque montaba un tradicional chasis de tubos de acero, la carrocería presentaba un diseño muy personal, con una zona para el depósito de combustible muy ancha y alta, asó como una careta para el faro de formas relativamente afiladas, lejos de los elementos cuadrados y clásicos del resto de rivales. Además, la Dakota 500 pesaba muy poco, solo 147 kilos y tenía un sistema de escape ultraeficiente y muy silencioso.
Sin embargo, aunque contaba con buenos componentes y un diseño atractivo, la moto fue un desastre. El motor era una fuente de problemas y la imagen de Gilera se vio bastante afectada. Hubo que esperar hasta la evolución del modelo, La Gilera XRT 600, para que muchos de esos problemas se subsanaran.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS