Moto del día: Moto Morini 500

Moto del día: Moto Morini 500

Lejos de ser una simple derivada de la exitosa 350, la Moto Morini 500 de 1978 era una excelente Sport Turismo con carácter propio.


Tiempo de lectura: 3 min.

Cuando echó a andar en 1937 Moto Morini se decantó por una personalidad mecánica muy determinada al apostar por los motores bicilíndricos con cuatro tiempos. Y sí, de aquellas este tipo de diseño resultaba verdaderamente heterodoxo, por lo que tuvo que recurrir a las bondades de la competición a fin de demostrar su valía.

De esta manera las primeras Moto Morini fueron unas habituales en las carreras transalpinas de la época, llegando a la máxima expresión cuando su modelo de tres y medio empezó a batir diversos récords de velocidad en carretera abierta y larga distancia. Es decir, aquello no sólo hablaba sobre sus posibilidades en torno a la velocidad, sino también en torno a la fiabilidad y estabilidad del conjunto.

Así las cosas pasó la Segunda Guerra Mundial y, aunque Moto Morini tuvo que diversificar su gama por abajo a fin de adaptarse a una situación comercial realmente compleja, lo cierto es que en sus motocicletas Turismo y Sport Turismo supo conservar de manera excelente aquella combinación de rapidez y confianza en una mecánica dura como pocas.

De hecho la llegada de los setenta -con la tremenda competencia interpretada por los fabricantes nipones- pilló a la marca en una situación más o menos segura ya que, al fin y al cabo, sus modelos con cilindrada del tres y medio seguían arrastrando una nutrida y fiel legión de seguidores. Algo que, en 1978, provocó la aparición de la Moto Morini 500 a modo de hermana mayor.

Llegados a este punto, gran parte de la afición podría pensar en esta motocicleta de medio litro como una simple derivada de las de 350. Y no, no es así. Lejos de ello estamos ante una máquina con personalidad propia, la cual opta por introducir todo tipo de variaciones -incluso en el chasis- en vez de, simplemente, disponer de un motor previamente existente perforado hasta una cilindrada más generosa.

Dicho esto, la Moto Morini 500 incidía en un carácter estable y apegado a la carretera reduciendo el centro de gravedad hasta que éste empieza a comprometer la comodidad. Y es que, a pesar de contar con un carácter claramente deportivo, esta motocicleta es una Sport Turismo; es decir, con garra y apego a jugar en curvas pero también con una posición de pilotaje misericorde para con la espalda de quien la gobierne.

Con todo ello, además de introducir algunas variaciones en la geometría del chasis en doble cuna los técnicos de la casa italiana alargaron el basculante para hacer de nuestra protagonista una motocicleta más larga de lo que pudiera parecer. Respecto al motor, el esquema bicilíndrico -curiosamente colocado en posición longitudinal- entregaba 43CV a 7.500 rpm alimentado por dos carburadores Dell’Orto 26 BS.

Por cierto, accionado por un cómodo arranque eléctrico tal y como mandaban los cánones si se quería ser competitivo frente a las creaciones de los japoneses. En fin, vista desde cualquier ámbito la Moto Morini 500 no era una simple derivada de sus predecesoras con 350 cc sino un diseño con todas las de la ley que, además, seguía insistiendo en aquella excelente mezcla de potencia y fiabilidad ya estrenada durante los primeros días de la marca. Bravissimo.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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