Con una presencia realmente arrolladora en la historia del Mundial de Motociclismo, la casa italiana MV Agusta es una de las referencias históricas más unidas al ámbito de la velocidad. Sin embargo ésta también contó con una breve pero interesante trayectoria de éxitos en el mundo del Off-Road; algo sobre lo cual ya puso su interés durante los años cincuenta lanzando una montura con 150 centímetros cúbicos especialmente enfocada a las pruebas sobre tierra.
Pero vayamos por partes. Así las cosas, tras la Segunda Guerra Mundial el panorama deportivo italiano empezó a vivir una creciente ola de carreras disputadas en caminos o zonas directamente salvajes. Eran los inicios del Off-Road en el país transalpino, copiando así a la gran cantidad de trofeos de resistencia campestre celebrados en el Reino Unido desde décadas atrás.
Una época, recordemos, en la cual las distintas variantes del Off-Road no contaban con la especialización desarrollada durante los años sesenta y, por tanto, los sufridos pilotos se adentraban a los caminos con motocicletas turismo tan sólo un poco preparadas.
Asimismo, ya que aquello estaba empezando los italianos más pioneros empezaron a usar para sus pruebas el reglamento de las de regularidad por asfalto. Resultado de ello fue que, aun creando un cierto grado de confusión, las pruebas que en otros países eran conocidas como Enduro en Italia se denominasen Regolarità.
Dicho esto, durante loa años cincuenta la afición a rodar sobre tierra fue creciendo tanto que las marcas locales empezaron a crear algunos modelos adaptados a ello. Obviamente, y como ya hemos señalado anteriormente, escasamente especializados más allá de algunos detalles como el manillar, un cierto aligeramiento, algunas protecciones y, en algunos casos, ciertos ajustes en la carburación.
No obstante aquello ya empezó a crear no sólo un cierto magma de aficionados sino incluso equipos oficiales para las pruebas Off-Road más allá de los intrépidos privados. Llegados a este punto, en 1965 la casa MV Agusta ya venía un tiempo compitiendo con el suyo propio firmando buenas actuaciones en las pruebas locales de Regolarità.
A partir de aquí, en 1965 la fábrica lanzó al mercado la MV Agusta 125 Regolarità. Copia cuasi exacta de las máquinas utilizadas por los pilotos oficiales, ésta partía del bastidor de la Centomila para reforzarlo de cara al uso por zonas abruptas. Además se incorporaron unas suspensiones especializadas a cargo de Ceriani; con más recorrido para abordar así los tramos que, en un futuro muy cercano, ya serían exclusivos del Trail.
Respecto al motor, los 12,5CV de esta 125 Regolarità provenían de un monocilíndrico de 123 centímetros cúbicos con cuatro tiempos. Todo ello con un peso total de 98 kilos. Sin duda una máquina adecuada para la época -aunque resulta imposible olvidar como durante aquel mismo 1965 Bultaco causó una revolución en el panorama Off-Road con su Sherpa T- que, a pesar de salir al mercado, lo hacía dirigida a una escasa clientela basada en pilotos privados dispuestos a dejarse una suma considerable por el camino.
De hecho, cuando al año siguiente Gilera estrenó su 124 5V Regolarità -muy similar en prestaciones aunque claramente más económica en la factura- la MV Agusta tuvo muy poco que hacer, produciéndose tan sólo algunas series con incluso menos de 20 unidades. De todos modos, queda como testigo de un tiempo en el que la prestacional MV Agusta dominante en lo más alto del Mundial se lanzaba al barro del Off-Road. Toda una pieza de museo.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS