Son multitud los ejemplos que, tanto en motociclismo como en automovilismo, nos dan la importancia debida a la figura del importador en los Estados Unidos. Capaz de leer sobre el terreno las modas y necesidades del mercado, ésta resultó imprescindible para la expansión de multitud de marcas europeas más allá del Atlántico. Y no, no sólo hablamos en relación a la logística y la distribución sino que también nos referimos al saber qué modelos ofrecer.
De esta manera existen no pocos casos en el mundo de la motocicleta referidos a diseños creados por sugerencia, o incluso más bien demanda desesperada, de los importadores en Estados Unidos. Un país, un mercado, claramente diferenciado respecto al británico o italiano; más aun si tenemos en cuenta la expansión del Off-Road y sus múltiples variantes desde finales de los años cincuenta, siempre en conjunción con el crecimiento del mercado juvenil.
Dicho esto, el agente comercial de Norton en América necesitaba a comienzos de los años sesenta algo diferente a la Dominator. Referencia en la gama del fabricante británico, esta Sport-Turismo creció en su cilindrada desde los 497 cc hasta los 600 cc con la idea de satisfacer así mejor a la clientela estadounidense. Es más, su índice de compresión no era alto y su comportamiento estable y rutero bien podían casas con los gustos de no pocos compradores estadounidenses.
Desde Norton hasta Bultaco o Montesa pasando por la propia OSSA el papel de los importadores estadounidenses es esencial a la hora de leer las necesidades sobre el terreno a fin de sugerir la producción de ciertos modelos específicos
Sin embargo, ni con esas. Debido a ello, en 1962 los anhelos del importador se hicieron realidad con la presentación de la Norton Atlas. Creada en exclusiva para el mercado americano, ésta ascendía la cilindrada del bicilíndrico en paralelo tan típico de la casa británica hasta los 745 cc. Todo ello alimentado por un único carburador y, además, también con un índice de compresión muy bajo para minimizar así las vibraciones a altas revoluciones. En suma, una motocicleta potente y tranquila sin veleidad de ir siempre apurando el corte a altas vueltas.
Asimismo, en referencia al chasis la opción escogida fue un Featherbed con estructura tubular. Rígido y ligero, curiosamente éste tuvo su génesis en alto tan lejano a la Norton Atlas como el TT de la Isla de Man y otras carreras de velocidad. Y es que, al fin y al cabo, nuestra protagonista estaba plenamente diseñada para el mercado estadounidense con todo lo que esto puede llegar a implicar en términos de diseño. Es más, la posición de conducción se hizo más alzada, incorporando un manillar más ancho ubicado a mayor altura.
De todos modos, esta máquina capaz de rendir 55 CV a 6.500 rpm para mover así sus 185 kilos sembró cierto interés en el mercado británico, el cual al fin veía su comercialización en el mismo de cara a la temporada de 1964. Eso sí, cuatro años más tarde Norton sorprendería al sector de las dos ruedas con la presentación de la Commando. Motocicleta destinada a sustituir a nuestra protagonista como ésta sustituyó antes a la Dominator.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS