La Bimota SB5 procede de un tiempo ya muy lejano, mediados de los años 80. Unos tiempos locos, de motores turbo casi por doquier y de experimentos de lo más variado. Un tiempo que sirvió para que la deseada firma italiana, lanzara su primera motocicleta biplaza partiendo de la Bimota SB4 monoplaza.
Presentada en 1984, en el salón de Colonia –Alemania era uno de los mercados más importantes para Bimota–, se fabricó hasta 1986 y solo se fabricaron 158 unidades. Por entonces, la firma italiana funcionada de una forma un tanto particular, pues montaba sus propias motos o las vendía en forma de kit, es decir, que vendía la moto desmontada para que el propietario se encargara de ello. Es más, solo 71 ejemplares de la Bimota SB5 se vendieron completamente montadas.
Se diseñó, como se ha dicho, con la SB4 como punto de partida. Se alargó la distancia entre ejes –para dejar sitio a un segundo asiento, entre otras cosas–, la suspensión trasera recibió un tarado específico, la distribución de pesos también era específica y se añadió un colín “transformable”, que se podía desmontar para dejar a la vista el asiento trasero.
Enjaulado entre los tubos que daban forma al chasis –tubos de acero al cromo-molibdeno–, el motor de la Suzuki GSX 1.100, un cuatro cilindros de 1.135 centímetros cúbicos, dos árboles de levas en cabeza, cuatro válvulas por cilindro y carrera de pistones muy corta –74 por 66 milímetros para diámetro y carrera–, que rendía 115 CV a 8.500 revoluciones y 10,6 mkg a 7.500 revoluciones.
Alan Cathcart, en una prueba para Motociclismo –número 903–, decía que, la verdadera razón por la que no sentía atraído por una Bimota era porque estaban demasiado bien hechas. Decía que el chasis era, en sí mismo, una obra de arte y escondía detalles, como cojinetes esféricos por todos lados, que hacían pilotar “semejante exquisitez” era el equivalente a sentarse en un carísimo restaurante y pensar que estaría muy a gusto ante un pedazo de pizza y una jarra de cerveza, simplemente, porque se sentiría más cómodo.
Unas declaraciones bastante particulares y muy propias del famoso periodista, cuyo estilo es cercano y entretenido, y por lo general, acertado y bastante motero. Por eso, cuando dice que se sentía más cómodo en la Bimota SB5 que en cualquier otra Bimota anteriormente, significa que la marca había hecho un buen trabajo en cuanto a su ergonomía y trabajo de puesta a punto.
Con la Bimota SB5 no había curva, frenada o trazada que fuera desagradable, todo era “coser y cantar”, siempre que la carretera estuviera despejada. Y eso, según afirma el señor Cathcart, era gracias a sus soberbios frenos Brembo, al chasis tubular y a su horquilla experimental Marzocchi M1, que equipaba sistema antihundimiento hidráulico y que, en ese momento, no estaba confirmado si llegaría a montar la SB5 de producción aunque sí que acabaría por equiparse en las Bimota DB1.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS