Aún sólo conociendo su aspecto, cualquier aficionado ya puede intuir que la AJS 7R Boy Racer es una de las mejores monturas de la época dorada del motociclismo británico. Prueba de ello son refinamientos como el bloque motor ultraligero realizado en magnesio cubierto por una llamativa capa de color oro. Punto central de su diseño, el cual queda cubierto por paneles y carenados rematados en negro brillante. Sin duda un aspecto soberbio, tras el cual se esconde una gran historia que nos habla de los años cincuenta y comienzos de los sesenta.
Los últimos del dominio absoluto del mercado británico por parte de las marcas nacionales, quienes aún no se habían enfrentado a la avalancha que hacia 1965 vino desde Japón para conquistar el favor de los compradores y pilotos ingleses. Una nueva ola no sólo capaz de arrebatar buenas cuotas del mercado referido a la movilidad urbana con pequeñas motos monocilíndricas, sino también poner contra las cuerdas al motociclismo deportivo inglés que había tenido en conglomerados como Associated Motor Cycles un referente indiscutible. De hecho, bajo este nombre se agruparon durante décadas pequeñas empresas históricas asociadas a los pioneros de la velocidad. Para empezar Sunbeam. La cual llegó a firmar pequeños roadster en la misma forma y manera que lo hiciera Triumph en sus incursiones a las cuatro ruedas.
Además, aquí también estuvieron Norton, Matchless y la propia AJS. Esta última fundada en 1856 y en activo hasta 1967 – tres años después de la finalización de la AJS 7R – tras ser absorbida por la antigua socia Norton en medio de la profunda crisis producida por la irrupción de la competencia nipona. Un punto y aparte en la industria británica que incluso necesitó de la ayuda financiera del gobierno para rescatar marcas hoy en día tan consolidadas como Triumph.
A mediados de los sesenta las marcas británicas sufrían ante el embate de los modelos japoneses, pero antes habían vivido su época de gloria con monturas como la AJS 7R
AJS 7R, hecha por y para las carreras
Ahora resulta tan raro ver una AJS 7R que para el común de los aficionados lo más sencillo es trasladarse a la exposición del National Motor Museum. Dato que ya nos da la medida de su escueta producción, la cual se prolongó desde 1948 hasta 1963 con el objetivo primero de proporcionar monturas de carreras al equipo oficial de la marca. En ese sentido, se puede decir que la 7R es una verdadera motocicleta de competición, sólo ofrecida más allá de la fábrica a clientes muy concretos que fueran a darle uso en escuderías privadas.
Respecto a la fama legendaria que arrastra entre los aficionados al motociclismo británico, hay que decir que ésta no es pura literatura. Lejos de ello, ya desde su presentación la AJS 7R se ganó su fama combinando un buen manejo con prestaciones y una fiabilidad necesaria para triunfar en carreras largas como las celebradas en la Isla de Man. Uno de los lugares donde cosechó más éxitos, siendo visible entre los primeros puestos del Tourist Trophy junto a las dominadoras MV Agusta, Moto Guzzi y Norton.
Eso sí, bajo la bandera del equipo de la marca la AJS 7R sólo compitió hasta 1954. Año en el que la marca decidió retirarse de las carreras debido a la muerte de Ike Hatch – ingeniero de desarrollo deportivo – y el empuje de otras marcas británicas e italianas. No obstante, la mecánica de 350 cm3 con cuatro cilindros y 37 CV a 7.500 rpm seguía siendo una base perfecta para todo tipo de pilotos, incluso algunos que llegaron a adaptarla para el Motocross.
Para ahorrar peso se llegaron a usar materiales como el magnesio, el cual conforma el bloque motor de esta motocicleta para ser posteriormente cubierto con una capa de color dorado
Además, aunque las prestaciones no eran sobresalientes sí resultaban suficientes, e incluso más que llamativas al incorporar a la ecuación el poco peso de la motocicleta – 129 kilos – y su contrastada fiabilidad. De esta forma su vida en competición fue de quince años, llegando a ser parte de la historia de pilotos como Bob McIntyre – tres veces ganador en la Isla de Man, tristemente fallecido en un accidente con su caja de cambios – Mike Hailwood – victorioso en 37 carreras de 500 cm3 en el Campeonato Mundial – o Alan Sheperd – el cual quedó apartado del puesto más alto sólo por el dominio del voraz John Surtees -. Historias perfectas para encumbrar a la AJS 7R como una de las motocicletas más icónicas de su momento.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS