La historia de BMW para con el mundo de las dos ruedas se remonta a 1923. A partir de aquí, su identidad corporativa ha estado dominada en lo mecánica por el uso constante de mecánicas bóxer bicilíndricas. Asimismo, el ajuste realizado en ellas ya incluso antes de la Segunda Guerra Mundial insistía en un funcionamiento suave, con las menos vibraciones posibles, sin por ello restar potencia.
Con todo ello, lo cierto es que la fama de aquellos motores ha eclipsado la forma y manera en la cual BMW también creó mecánicas monocilíndricas durante aquellos mismos años. Es más, sólo dos años después de presentar su primera motocicleta -la R32- los responsables de la casa germana lanzaron al mercado la R38 con, curiosamente, un único cilindro perforado hasta los 247 centímetros cúbicos.
No obstante, aunque aquella máquina contenía el mismo nivel de acabados y calidad ya presente en la naciente BMW lo cierto es que apuesta por lo que podríamos llamar un “segmento de acceso” fue un sonado y completo desastre comercial. Y es que, al fin y al cabo, el público no entendió demasiado bien aquella maniobra comercial; es más, puestos a pensar en adquirir una monturas más o menos asequible en el mercado local ya había una gran cantidad de ofertas plenamente consolidadas.
Es decir, para una empresa como BMW no tenía sentido apostar por las gamas “de acceso”. Algo ejemplificado por la pronta retirada de la R38, la cual acabó como la primera -y más breve- monocilíndrica en la historia de la marca. Sin embargo, la dura crisis económica provocada a comienzos de los años treinta por el Crack de 1929 cambió sustancialmente el contexto. Debido a ello, en 1931 las motocicletas con un único cilindro fueron retomadas gracias a la R2 con 198 centímetros cúbicos.
Una cilindrada que, sorprendentemente para nuestros, aún no implicaba la necesidad de un carnet logrado en base a examen a fin de conducirla. Además, y aunque su mecánica era de cuatro tiempos en vez de dos como la de la mayor parte de la competencia en dicho segmento, la R2 presentaba una factura marcada en menos de la mitad de lo exigido por el tope de gama R11 con 754 centímetros cúbicos.
A partir de aquí nuestra protagonista interpretó una buena vida comercial, evolucionando su planteamiento mecánico hasta el punto de aparecer en 1937 renovada bajo el nombre de R20. Esta vez con 8 CV y un chasis de doble cuna. Ahora, ya que justo un año después fue introducido un nuevo tipo de permiso fácil de lograr para las motocicletas de hasta 250 centímetros cúbicos, BMW aprovechó la ocasión para lanzar una versión con cuarto de litro a la cual llamó R23.
Dotada con nuevas bielas, pistones y culata este modelo estuvo en producción hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial desarrollando 10 CV a 5.400 revoluciones por minuto al tiempo que lograba vender algo más de 8.000 unidades. No está nada mal.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS