Sin duda, uno de los procesos más revolucionarios y trepidantes en la historia del motociclismo fue la rápida internacionalización de los fabricantes nipones. Sin embargo, esto no salió de la nada. Además, tampoco se hizo bajo simples estrategias publicitarias. Lejos de ello, modelos como la Bridgestone Dual Twin de 1965 ayudan a comprender las razones de todo aquello. Y es que, no en vano, la técnica, la innovación, el diseño y, claro está, la relación calidad / precio de monturas como ésta estaban muy por delante de casi todo lo ofrecido por la industria occidental. Prueba de ello es ver cómo estamos ante un diseño monocilíndrico de dos tiempos con 175 centímetros cúbicos, sí, pero equipado con válvulas rotativas, un sofisticado embrague e incluso un sistema de inyección de aceite.
Así las cosas, no cuesta entender cómo el motociclismo japonés sedujo a los compradores. Especialmente a los estadounidenses. Quienes desde la aparición de modelos como éste en su mercado se echaron en brazos – lógicamente – de aquellas novedades provenientes del Sol Naciente. Pero vayamos por partes. Para empezar, lo primero que llama la atención sobre la Bridgestone Dual Twin es su marca. Y es que, a pesar de haber llegado a ser lo que es hoy en día gracias a los neumáticos, Bridgestone también fabricó ciclomotores y motocicletas desde 1952 hasta 1970.
Es más, antes de ello incluso ensambló bicicletas eléctricas durante los duros tiempos de la posguerra, saltando de manera natural al motor de combustión con modelos de 50 centímetros cúbicos como el Super 7. A partir de aquí, la empresa adquirió un importante desarrollo tecnológico, consciente de que sólo podría trascender las fronteras de su mercado nacional dando un extra significativo en materia de rendimiento, fiabilidad y suavidad. Tres características bien representadas en la Bridgestone Dual Twin, la cual llegó a los Estados Unidos con la capacidad de ofrecer unas capacidades muy semejantes a las dadas por una motocicleta con cuarto de litro pero, además, siendo mucho más fluida y progresiva en su marcha.
El sistema de inyección y mezcla de aceite era algo muy novedoso para el mundo de las dos tiempos
Bridgestone Dual Twin, una excelente carta de presentación para su marca
Entre las cuestiones técnicas más llamativas de entre todas las presentadas en la Bridgestone Dual Twin, llama la atención la mezcla automática del aceite con la gasolina. Algo que, en relación con los fabricantes peninsulares, nos recuerda a lo que hizo Montesa con su 250 Rápita Automix, orientada por cierto casi en exclusiva al mercado estadounidense. No obstante, en el caso de la japonesa la incorporación del aceite a su motor de dos tiempos se hacía a través de una bomba que lo extraía de su respectivo depósito, enviándolo a los orificios situados en los extremos del carburador, justo antes de las válvulas rotativas.
Además, en lo referido a las válvulas rotativas con las que se equipaba a la Bridgestone Dual Twin también hay que señalar una ventaja evidente en términos de comodidad. Algo que, sin duda, puede sorprender a más de una persona. Y es que, no en vano, este mecanismo no se inventó en el mundo de las motocicletas turismo sino en el de las destinadas a las carreras, Todo ello para asegurar una mejor distribución de potencia, con bandas más anchas y generosas.
Una característica que, curiosamente, beneficia a un rodar más sencillo y cómodo por carretera. Asimismo, las válvulas rotativas producen muchas menos vibraciones a altas vueltas que otros sistemas de la época, por lo que añadían una razón más de cara a su implantación en modelos turismo debido a la excelente suavidad aportada al realizar velocidades de crucero más bien generosas con su monocilíndrico de 175 centímetros cúbicos y 20 CV.
Por múltiples razones, esta motocicleta japonesa era un excelente baluarte para comprender por qué la industria japonesa consiguió sobreponerse a las dificultades y ser extremadamente competitiva fuera de sus fronteras
Por último, la Bridgestone Dual Twin introdujo un cambio muy interesante. De hecho, éste es el que le da nombre a la motocicleta debido a su doble ajuste posible. Por un lado, desde la cuarta marcha se podía saltar directamente al punto muerto. Y por otro, sólo con el uso de una palanca se podía convertir la caja de cambios a una de cinco velocidades sin la posibilidad de saltar desde la superior al punto muerto. Si a esto le añadimos una buena calidad de ensamblaje, un diseño atractivo – que incluía una versión Scrambler con los tubos de escape elevados – y una eficiente comercialización, no es de extrañar que modelos como éste fueran conquistando fácilmente el mercado internacional.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS