Revisando la historia del motociclismo en España se podría pensar que los nombres más determinantes fueron Derbi, Bultaco o Montesa. Y es cierto, pero no del todo. Ya que en segundo plano y siempre presente detrás de no pocas marcas está la decisiva intervención de Hispano Villiers. El fabricante barcelonés de motores sin el cual no hubieran sido posibles historias como la de Cofersa. La empresa madrileña que desde 1953 hasta 1962 produjo motocicletas en sus talleres de la calle de Elfo, enclavada en el barrio de La Concepción.
No obstante, para entender el contexto del cual surge Cofersa lo mejor será remontarnos hasta los años cuarenta. En aquel momento España vivía bajo los efectos de una doble desolación económica. En primer lugar sufriendo la destrucción derivada de la Guerra Civil en materia humana y de infraestructuras, y en segundo experimentando la autarquía que exigió al país vivir prácticamente de espaldas al mundo. De esta manera, el parque móvil quedaba limitado a unas posibilidades realmente estrechas, centrándose en vehículos de bajo coste para el día a día.
Algo que incentivó la aparición de un potente mercado relacionado con los ciclomotores y las motocicletas, ya que los más de los conductores apenas podían permitirse algo más elaborado. Llegados a este punto, tampoco es que la situación quedase solucionada. No en vano, España seguía muy por detrás de países como Italia o Francia – no hablemos ya del Reino Unido – en materia tecnológica. Por ello, lanzar desde cero una marca en territorio nacional llegaba a ser una empresa bastante aventurada e improbable. Algo que, poco a poco, empezó a cambiar con la llegada de los años cincuenta.
Los años cincuenta empezaron a traer un cierto desarrollo económico gracias al cual aparecieron pequeñas pero exitosas marcas como ésta de Madrid
Cofersa, hija de su tiempo
Después de haber pasado unos años tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Franco fue encontrando una posición dentro del tablero de juego de la Guerra Fría como aliado de los Estados Unidos frente al bloque soviético. De esta manera, poco a poco se fueron levantando las políticas autárquicas que mantenían aislada a la industria respecto al extranjero.
Gracias a ello, los años cincuenta definen a una industria española que empieza a desarrollarse gracias al uso de las patentes y licencias extranjeras. En el automovilismo esto se vio con los tratos firmados entre FIAT y SEAT, y en el motociclismo en la proliferación de pequeñas marcas capaces de crear modelos propios gracias al uso del motor Hispano Villiers.
Con diseño británico y una eficiente y probada calidad, sus diseños fueron perfectos para propulsar multitud de aquellos pequeños vehículos de los que antes hablábamos. Entre ellos las motocicletas de Cofersa, caracterizadas por una gran robustez y fiabilidad. Justo las características demandadas por el mercado del momento, logrando así un importante éxito de ventas gracias a modelos como el Cofersa 125.
Dotadas de una gran robustez, algunas de estas motocicletas estuvieron en activo más de dos décadas. Al fin y al cabo, en aquel mercado la relación calidad/precio era fundamental, estaban hechas para durar
Un sencillo pero efectivo diseño con chasis propio y motor Villers con dos tiempos y tres velocidades para su cilindrada de octavo de litro. El primero y más exitoso de la marca, presentado en 1954. Sin embargo, pocos años después el incremento del nivel de vida hizo que las familias pudieran poco a poco acceder a pequeños automóviles como el SEAT 600. De esta manera, las motocicleta fue quedando arrinconada a nichos de mercado mucho más concretos. Un fenómeno que también arrastró a la Hispano Villiers, la cual había llegado a fabricar más de 60.000 motores al año. Sin duda, uno de los mayores protagonistas de nuestra historia automotriz.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS