Ahora que se empiezan a conocer datos del nuevo modelo de Ducati Streetfighter que saldrá a la venta previsiblemente en 2020, y habiendo conocido a la hermana menor de la mano de mi compañero Luis con la Streetfighter 848, creo que es un buen momento para conocer la historia de la saga a través de su primer modelo, Ducati Streetfighter 1100.
Hace 10 años, Ducati buscaba desmarcarse de los modelos tan exitosos de la saga Monster, que si bien eran muy apreciados por los usuarios debido a su alto grado de calidad y usabilidad, no llegaban a tener cierto estatus que tenían otros modelos más deportivos y potentes de la competencia.
Con la vista en este público y en un segmento que cada vez era más demandado nació una nueva Ducati, un modelo que llevaría el nombre del segmento al que se quería enfrentar para hacer de él una seña de identidad y una declaración de intenciones, la de convertirse en una de las reinas indiscutibles de ese grupo de motos deportivas “desnudas” con una dosis extrema de salsa picante.
Para conseguirlo lo tenían fácil, ya que tenían en ese momento una Superbike de primera en su catálogo, la 1198, a la cuál desnudaron y realizaron algunos cambios de motor y parte ciclo
El motor fue una especie de híbrido entre el de la Ducati 1098, de la cual cogieron sus cilindros y los instalaron en los cárteres de la 1198 -evolución del motor 1098-, cuyo peso era de 3 kg más ligero que el de la 1098. Se modificaron las geometrías del chasis, se rediseñó el depósito, haciéndola aún más estrecha que en la Superbike -que no era demasiado voluminoso de por sí- y se alargó el basculante 35 mm para mejorar la tracción del conjunto.
El diseño conseguido es espectacular, muy agresivo, con una imagen muy compacta y líneas afiladas que se pueden apreciar desde cualquier ángulo. Esta imagen se potencia por una posición del faro en una posición muy baja, que aumenta la sensación visual de línea descendente desde la zona trasera a la delantera cuando la miramos desde su vista lateral. No sólo es un efecto visual, sino que también es realmente deportiva y compacta, pesando 169 kg la versión estándar, y 167 kg la versión S.
Volviendo a la parte mecánica, el propulsor es un bicilíndrico en “L” a 90º, refrigerado por agua, con distribución desmodrómica y cuatro válvulas por cilindro, la alimentación se realiza a través de un sistema de inyección del fabricante Magneti Marelli. Su potencia es de 155 CV a 9.500 RPM y genera un par de 119 Nm al mismo régimen de giro, por lo que el empuje se encuentra asegurado en cualquier circunstancia. La caja de cambios es de seis relaciones, con un tacto preciso pero sonoro y con un tacto de embrague tirando a duro. La transmisión final se realiza mediante cadena.
El chasis de tipo “Trellis” es una estructura tubular conformada por tubos de acero, a través del cual podemos ver el cilindro más alto del propulsor y que deja totalmente a la vista el cilindro más bajo. Al chasis se encuentra unido un basculante monobrazo fabricado en aluminio, que también nos deja ver la preciosa llanta trasera de manera completa en su vista lateral -llantas que pueden ser forjadas, de la marca Marchesini si nos decantamos por la versión S-.
El apartado de suspensiones varía también según la versión, si bien los componentes son de calidad tanto para la versión normal como para la S, la normal monta componentes Showa, y en la S se montan componentes Öhlins en los que se nota un gran salto en cuanto a rendimiento. La dos disponen de una horquilla invertida con barras de 43 mm de diámetro ajustable en compresión, extensión y precarga, y un monoamortiguador trasero ajustable en los mismo parámetros.
Los frenos en ambas versiones son Brembo, con un funcionamiento preciso y potente. Cuenta en el eje delantero con dos discos semiflotantes de 330 mm que son accionados a través de dos pinzas de cuatro pistones “monoblock” de anclaje radial. De la frenada trasera se encarga una pinza de dos pistones que muerde un disco de 245 mm. Las llantas en ambos ejes son de 17 pulgadas, si bien como mencionaba anteriormente, en el modelo S el peso es menor al montar unas del fabricante Marchesini. El tamaño del neumático delantero es de 120/70 y el trasero de 190/55.
El comportamiento de la moto es eminentemente deportivo, pues se mantiene al 100 % el ADN de su motor, que no debemos olvidar que proviene de una Superbike muy radical, y esto supuso algo complicado para su hermana carenada, ya que la Streetfighter es una moto que se defiende mucho mejor en carretera que la 1098 o 1198, debido a que es exquisitamente fácil de meter en curva debido a una posición de conducción algo más “tranquila” y a un manillar más alto y ancho.
En contra, tenemos que comentar que es una moto que le gusta ir alegre, girando por encima de 4.000 RPM, ya que en este rango es un motor tendente a cocear y toser, por lo que no es la moto más agradable que podemos encontrar para utilizar en ciudad.
Si os preguntáis si merece la pena entre comprar una unidad normal o un modelo S, os diría que siempre que el tamaño de vuestra cartera os lo permita vayáis directo a por un S, debido a que posee DTC –Ducati Traction Control– y es la gran diferencia entre ambos modelos más allá de unas chuches menos pesadas o sofisticadas. Este control de tracción te puede ayudar mucho, tanto a bajar tiempos si te metes con ella a circuito como a domar su potencia y permitirte ciertos errores. Además, ya es un sistema bastante sofisticado que funciona francamente bien y que incluso tiene en cuenta la inclinación de la moto.
Eso sí, la diferencia de precios en concesionario rondaba los 4.000 euros entre una versión y otra cuando estaban a la venta, así que no te asustes si te encuentras mucha diferencia en el mercado de segunda mano.
Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS