Moto del día: Gallina-Hayashi Quattro 750

Moto del día: Gallina-Hayashi Quattro 750

Un sueño que se convirtió en realidad, y con ello, un total de diez motos


Tiempo de lectura: 4 min.

El modelo que os traemos hoy como Moto del día es toda una rareza. De hecho es tan extraña que raramente se pone a la venta una de las diez unidades que se llegaron a fabricar. Para que nos hagamos una idea de lo particular de esta moto, podemos asemejarla a una Bimota pero mucho más exclusiva. La Gallina-Hayashi Quattro 750 fue un sueño que se convirtió en realidad, e inmediatamente en una pesadilla. Pero nos ha dejado una moto creada con solo propósito: ser más rápida que las japonesas, y más bonita que las italianas. Casi nada.

La historia arranca a finales de la década de los 80. Por aquel entonces, Yoshiyuki Hayashi decide que es hora de cumplir el sueño de diseñar y construir su primera moto. Hayashi era un inversor japonés propietario del Circuito de Fuji, y apasionado tanto de los coches como de las motos. Patrocinaba e invertía mucho dinero en su afición, la cual también atesoraba en una impresionante colección.

Cuando se propuso fabricar la moto con la que superar a sus propios compatriotas, y también a las marcas europeas, llegó incluso a apuntar la posibilidad de llegar con ella a Superbikes. Y para ello necesitaba a una persona que se moviese en estos ambientes como pez en el agua. No solo a nivel de contactos sino también técnicamente. Y ahí es cuando aparece en escena Roberto Gallina, ex-piloto y propietario del famoso Team Gallina con el que consiguió anotarse dos mundiales de pilotos bajo el paraguas de Suzuki: 1981 con Marco Lucchinelli y 1982 con Franco Uncini.

Ya tenemos por un lado a Roberto Gallina con su experiencia, y por el otro a Yoshiyuki Hayash con un montón de Yenes para “quemar”. Así que solo quedaba añadir a la fórmula unos cuantos ingenieros de Bimota, Ferrari o el equipo de carreras de MV Agusta. Con esa receta, el éxito estaba prácticamente asegurado, y así fue, al menos en un principio.

El corazón de la bestia iba a ser el motor de la Suzuki GSX-R 750, con su características refrigeración mixta aire-aceite. Pero el propulsor se trabajó a fondo, hasta incluso llegar a cambiar el sistema de distribución original de cadena por otro de cascada de engranajes. Culata, pistones, compresión, cigüeñal, etc. Casi todas las piezas fueron mejoradas o sustituidas, pero sin superar los 750 cc y poder así participar en SBK.

Al final, el cuatro cilindros DOHC (73×44,7 mm), 748 cc, una compresión de 12,5:1 y alimentación por carburadores Mikuni, llegó a dar 135 CV a 13.000 vueltas, partiendo de los poco más de 100 CV que daba la Gixxer de serie. Incluso hay registros de que no todas las Gallina-Hayashi Quattro 750 eran carburadas, y en algunas se optó por instalar un sistema de inyección de Weber-Marelli. Común a todas ellas era el nuevo embrague en seco, o la caja de cambios de seis velocidades cerrada.

Gallina Hayashi Quattro 750 05

El chasis era una maravilla de la ingeniería, muy al estilo Bimota. No en vano uno de los ingenieros contratados para el proyecto, Roberto Ugolini, estuvo implicado en varios modelos de la marca italiana. Nos encontramos así un chasis mixto, que combina elementos tubulares en acero al cromo molibdeno y placas laterales en aluminio mecanizado (como en las SB y en las YB).

Y anclado a él, lo mejor en suspensiones del momento: horquilla invertida Marzocchi de 42 mm con barras de magnesio, amortiguador trasero también de los italianos, doble disco delantero de 310 mm con pinzas de cuatro pistones Brembo o llantas Marvic de 17″ en ambos ejes. El peso se queda en unos más que ligeros 184 kg.

Cuando el proyecto parecía que iba a salir adelante, la crisis financiera de Japón se llevó por delante a la Gallina-Hayashi Quattro 750. Yoshiyuki Hayashi retiró al financiación tras diez motos producidas, y metió a Roberto Gallina en un pozo financiero del que a duras penas se pudo recuperar muchos años después. Aun así, podemos disfrutar de una moto que a la venta, se pide por ella unos 45.000 dólares. ¿Os parece mucho? Nuevas allá en los 90 se pedían por ellas 250.000 dólares, por lo que hoy resulta incluso barata. Sin duda, una moto de colección y preciosa a rabiar.

En este enlace tenéis una extensa galería con todo lujo de detalles.

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Ender

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