Hay que reconocerlo, los fabricantes italianos tienen algo especia. No importa si es sobre cuatro, o como es nuestro caso, sobre dos ruedas, la deportividad y la pasión es la nota predominante. Por eso, quizá, durante los años 80 y 90, sus deportivas de 125 centímetros cúbicos levantaban tantas pasiones, sobre todo allí, en Italia, donde eran legión y donde todavía cuenta con una enorme comunidad que las guarda, las cuida y comparte su historia.

Es una lástima que no tengamos algo así en Europa, porque merece la pena guardar y recordar motos que han levantado pasiones entre la chavalería y entre los no tan chavales. Motos como la Gilera SP-01, la cuarta entrega en la historia de las motos deportivas de 125 centímetros cúbicos de la compañía italiana. Gilera llevaba bajo control de Piaggio desde 1969 y se había centrado en las motos de pequeña cilindrada, segmentos donde se acabó por convertir en una de las mejores especialistas. El caso es que Gilera siempre fue una empresa que buscaba innovar y ofrecer algo especial y tras su reubicación en el mercado, encontró en el segmento de las 125 centímetros cúbicos con motores de dos tiempos, el abono ideal para sus ideas. No en balde, ahí está la interesante Gilera CX 125.

Sin embargo, la Gilera SP-01 no era tan especial como la CX 125, pero sí era más deportiva, mucho más, pues había sido diseñada con el campeonato Sport Production italiano en mente –de ahí viene su denominación comercial, “Sport Production 01”–. Se presentó en mayo de 1989, pocos meses después de la puesta en escena de la Gilera MX-R Top Endurance y era un modelo que atacaba, sin tapujos, al dominio de Aprilia en el segmento.

Era una auténtica deportiva de los 80 en toda su extensión, como todas las 125 “2t” de la época. El chasis era un doble viga de acero, que se había desarrollado durante años antes, a lo largo de una serie de modelos, e inauguraba el segmento de las Superdeportivas de 125 centímetros cúbicos. Todas las rivales de aquel momento, la Aprilia AF1, la Cagiva Freccia, las Suzuki RX 125 Gamma o las Honda NSR125R, se quedaron automáticamente un escalón por debajo en presencia, en equipamiento y en prestaciones. De hecho, la Gilera SP-01 fue la chispa que provocó la aparición de la Cagiva Mito 125 y de la Aprilia AF1 Futura 125.

Colocado en ese chasis de acero, estaba el motor. Como era costumbre en el segmento, se trataba un monocilíndrico que funcionaba en ciclo dos tiempos, alimentado por un carburador Dell’Orto VHSA32 y válvula ATPS de control mecánico-centrífugo y admisión por láminas directas al cárter, capaz de rendir unos nada despreciables 35 CV a 10.600 revoluciones, con el que podía rondar los 170 km/h. Era muy ligera, solo 132 kilos en orden de marcha y cubría el cuarto de milla con salida parada –el 0 a 400 metros– en solo 15,1 segundos.

Con su radical planteamiento, la Gilera SP-01 se convirtió en la primera superdeportiva del octavo de litro

La parte ciclo, a día de hoy, no parece tan avanzada, pero entonces sí que lo era. La horquilla, de tipo convencimiento, era una Marzocchi con barras de 35 milímetros, mientras que el amortiguador trasero estaba firmado por Boge. Las llantas, de 17 y 16 pulgadas delante y detrás, estaban suministradas por Grimeca y se calzaban con gomas 100/80 delante y 130/70 detras.

Tenía muchos detalles racing, como una instrumentación de poliuretano con cuentakilómetros extraíble para su empleo en pista, depósito de combustible abatible, colín con cubre asiento para convertirla en monoplaza, estriberas de aleación… pero estuvo poco en el mercado, en marzo de 1990 aparecía la Gilera SP-02.