La pasión por las carreras acepta la muerte como una posibilidad más que posible. De hecho, esto estaba muy presente en los primeros tiempos del motociclismo. Una época de pioneros y riesgos extremos, en la cual no existían apenas medidas de seguridad ni para el público ni para los pilotos. De esta forma, la velocidad mutaba fácilmente en tragedias como la muerte de Eddie Hasha en 1912. La cual fue de la mano de la de cuatro niños y un adulto víctimas de la siega que su motocicleta hizo al ser despedida contra las gradas a unos 150 km/h. Algo que, contra todo pronóstico racional, no pasó cuando en 1937 Joe Petrali puso una Harley-Davidson Knucklehead a 219 km/h en la playa de Daytona.
Hecho por el cual el mítico piloto oficial de Harley estableció un récord mundial de velocidad, el cual se mantiene imbatido en lo que se refiere a registros marcados sobre arena de playa. Sin duda una especialidad muy arriesgada, pudiendo surgir cualquier obstáculo a pesar de lo compactado de la arena en marea baja. Todo ello en nombre de la publicidad, ya que en aquel momento Harley se encontraba inmersa en la campaña de lanzamiento de sus nuevos modelos con motor de dos cilindros en V a 45º. El posteriormente bautizado por la afición como Knucklehead, fabricado entre 1936 y 1947.
Así las cosas, la casa de Milwaukee pensó en hacer una “propaganda por el hecho” de cara a mejorar la imagen de sus nuevos modelos. Los cuales habían salido al mercado sin haberse desarrollado del todo debido a la preocupante situación financiera de la compañía. Contexto en el que Joe Petrali centró la atención de los medios cuando apareció en Daytona aunque no en el circuito, sino en su playa de arena atlántica repleta de admiradores dispuestos a ver volar sobre tierra al ya por entonces consagrado piloto. Sin duda uno de los más laureados y queridos por la afición norteamericana y su American Motocyclist Association.
Petrali ya era un piloto totalmente consolidado cuando se prestó a esta aventura por romper récords de velocidad en el marco de una operación publicitaria
Harley-Davidson Knucklehead Joe Petrali Récord, una moto hecha para cortar el viento
Preparándose para lo que iba a ocurrir en la playa de Daytona, el equipo de Harley decidió poner toda la carne en el asador con la creación de una motocicleta única. Eso sí, manteniendo el motor bicilíndrico de 999 cm3 proveniente de los modelos de serie que se pretendía publicitar. A partir de ahí, se diseñó un chasis especial en forma de Loop con el asiento ligeramente por detrás del motor en una posición muy baja. De esta forma se favorecía que Petrali quedase encajado a una altura cercana al suelo, rebajando el centro de gravedad con el propio peso de sus posaderas para aumentar la estabilidad a grandes velocidades.
Además, su cabeza quedaba encajada tras el carenado de la cabeza de la horquilla con el pecho apoyado sobre el depósito de gasolina. Un esquema sin duda muy aerodinámico, pero que al tiempo le impedía erguir la cabeza para ver lo que tenía delante. Una de las razones por las cuales esta hazaña resultaba extremadamente peligrosa, ya que Petrali tenía que pilotar a ciegas confiando en no encontrar ningún obstáculo inesperado en su recorrido por la playa de Daytona. Siguiendo con la cuestión aerodinámica, los mecánicos de Harley instalaron una llanta lenticular en el eje delantero, la cual fue eliminada por Petrali en su segundo intento.
El primero – con una velocidad de 199 km/h – no le pareció del todo seguro debido al peso tan ligero de esa rueda lenticular, por lo que en menos de una hora se realizaron ciertas sustituciones de piezas adecuando la motocicleta a un mayor aplomo. Justo el punto donde la rueda aerodinámica comprometía la situación, al pesar mucho menos que la trasera. Un reparto de pesos desajustado que podía poner en peligro el apoyo delantero y por tanto el gobierno de la dirección.
La rueda lenticulada fue retirada tras el primer intento al ser demasiado ligera, restando estabilidad y apoyo en el eje delantero
Aparte de esto, la Harley-Davidson Knucklehead de Joe Petrali destaca por su gran aplique aerodinámico en la trasera, el cual permitía un fluir del aire sin turbulencias capaces de lastrar la marcha con un alto coeficiente de arrastre. La característica más llamativa de esta montura, con la cual Petrali ultimó su última gran gesta motociclista antes de retirarse al año siguiente tras un grave accidente. Eso sí, dedicando sus energías a los coches de carreras y el diseño del H4-Hercules, el hidroavión de mayor tamaño construido hasta la fecha. Genio y figura.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS