El duelo establecido entre Indian y Harley-Davidson durante los años seminales del motociclismo deportivo en los Estados Unidos es uno de los capítulos más interesantes y adictivos en el mundo del motor. Así las cosas, cada nuevo modelo, cada nueva mejora, cada cambio en los motores o los chasis era visto como un paso más allá en la dura pugna establecida en los circuitos diseminados desde California hasta la Costa Este. Trazados peligrosos y extremos, donde una gran cantidad de pilotos – y espectadores – pagaron con su muerte el desarrollo de una industria enfocada en el espectáculo y la velocidad. Una senda de pioneros donde la Harley-Davidson Model 8 supuso un paso adelante en materia de estabilidad.
Fundadas en 1901 y 1903 respectivamente, Indian y Harley-Davidson nunca se quisieron orientar en exclusiva a la producción de motocicletas altamente prestacionales con las carreras y los pilotos como únicos puntos de interés. Lejos de ello, ambas se entregaron desde sus comienzos a diseñar monturas útiles para el día a día, capaces de ser producidas y vendidas en lo que por la época se entendía como gran serie. Sin embargo, también ambas entendieron muy bien la importancia de las carreras para incentivar las ventas. Aquello que décadas después se sintetizó en el lema “ gana el domingo, vende el lunes “, muy presente en la dirección de ambas empresas desde que la prensa comenzara a narrar de forma vigorosa las hazañas de los primeros pilotos en circuitos ovales con piso de madera o trazados de tierra.
De esta manera, cada vez que la prensa espoleaba la imaginación de los potenciales compradores alabando la forma en la que los monocilíndricos de Harley-Davidson eran capaces de alcanzar altas velocidades sin por ello sufrir merma en la fiabilidad, las ventas se disparaban. Situación que pasaba en la misma forma y medida con las creaciones de Indian, creando una espiral competitiva en la que surgieron algunos de los modelos más excitantes del motociclismo de primera hora. Eso sí, mientras el desarrollo de los motores avanzaba a buen ritmo el de los chasis parecía resistirse. Un punto muy polémico, ya que comprometía severamente la estabilidad en una época donde las velocidades puntas estaban al alza.
En aquellos años todo avanzaba muy rápido, con inventos e innovaciones fundamentales apareciendo a cada poco. En ese sentido, uno de los ámbitos donde más se debía mejorar era la estabilidad en marcha
Harley-Davidson Model 8, más estable con tan sólo un pequeño cambio
Cualquiera que haya manejado un vehículo con un motor capaz de superar las capacidades del chasis sabe lo real que puede ser aquello de “ la potencia sin control no sirve de nada “. Más aún cuando eras un piloto de motociclismo en 1912, año en el que se presentó la Harley-Davidson Model 8. Y es que, al fin y al cabo, por entonces aún muchas carreteras eran más caminos que otra cosa. De esta manera, mantener la estabilidad era crucial para no sufrir accidentes con fatídicas consecuencias.
Algo muy evidente en el mundo de las motocicletas, donde la posición que el chasis obligue a llevar a cada piloto condiciona de forma decisiva el reparto de pesos e inercias. En ese sentido, convenía rebajar el centro de gravedad así como repartir mejor la carga entre los ejes. Cuestiones para las que nació la Harley-Davidson Model 8, con un cuadro que recortaba su tubo horizontal superior para unirse con el que bajaba en diagonal hacia el eje trasero. De esta manera el asiento podía situarse un poco más bajo, procurando así un comportamiento mucho más estable.
Además, si nos fijamos en el asiento no veremos simplemente los típicos muelles a modo de sillín de bicicleta de paseo con los que compensar en la medida de lo posible la ausencia de suspensión trasera. Hay más, mucho más. Se trata del sistema Ful-Floeting, caracterizado por un tubo que recorría la parte inferior del asiento combinado con muelles y diversos resortes para dar hasta 10 centímetros de recorrido a los movimientos del asiento colocado en suspensión. Muy ingenioso para estar hablando de 1912.
No tenía sistema de suspensión en el eje trasero, pero la novedad incorporada en el resorte que recorría el asiento por debajo daba un recorrido de 10 centímetros para el movimiento del mismo haciendo que este estuviera en suspensión
Respecto al motor, la Harley-Davidson Model 8 montaba – en su primera serie, que es la que estamos tratando, pues este modelo tuvo no pocas derivaciones y siete series – un monocilíndrico con 4,5 CV gracias a sus 491 centímetros cúbicos. Además contaba con un sistema de embrague con rueda libre “ Free Wheel Control “ accionado a antojo del conductor, mientras que en futuras series sería la primera Harley-Davidson en la que se podría escoger entre transmisión por cadena o correa de cuero. En fin, todo un torbellino tecnológico en aquellos años donde las innovaciones se sucedían de forma vertiginosa temporada tras temporada.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS