Una de las cuestiones más interesantes al hablar de motociclismo histórico es ver cómo éste se puede rastrear en el urbanismo de ciertas ciudades. De esta manera, recorrer Madrid adquiere otro tono. Reparando en lugares como el Circuito del Retiro, la zona de San Blas donde se instaló Moto Vespa o la parcela de la Ronda de Toledo en la que Moto Scooter fabricaba sus Rondine. No obstante, puestos a llevar calzado cómodo para estar horas ejerciendo la arqueología industrial Barcelona se alza como una referencia indiscutible. De hecho, sin duda es el lugar con mayor cantidad de referencias motociclistas en toda la Península Ibérica.
Así las cosas, llama la atención lo cerca que algunas empresas podían estar unas de otras. Algo que adquiere uno de sus mejores ejemplos en la calle Almogàvers. Situada en el popular barrio del Poblenou, mientras en su número 177 podíamos encontrar los talleres de Ducati-Mototrans, en el 122 se hallaban los de Huracán Motors S.A. Una de las muchas pequeñas marcas que, durante los años cincuenta y hasta la popularización masiva de los compactos y las furgonetas, creció en el mercado español gracias a sus motocicletas turismo y motocarros.
De hecho, Huracán Motors se fundó en 1955 para cerrar sus puertas justo diez años más tarde, incapaz de resituarse en un mercado cada vez más complejo debido a sus obvias limitaciones en diseño y producción, acentuadas por su dependencia mecánica respecto a la Hispano-Villiers. Omnipresente como proveedora de motores en multitud de casas con baja producción tanto en Barcelona como en Madrid y el Levante, evidenciando a la larga lo complejo – e imposible – que puede llegar a ser crear una empresa solvente sin abordar en algún momento el desarrollo de motores propios por cuantiosa que sea la inversión exigida.
En el barrio del Poblenou se instalaron no pocas iniciativas automotrices, desde Ford Motor Ibérica hasta Ducati-Mototrans
Huracán Oxford 125, una turismo para el día a día
A mediados de los cincuenta no era precisamente fácil fundar una empresa automotriz en España. De hecho, aunque la capacidad productiva ya se estaba recuperando poco a poco, lo cierto es que la capacidad de diseñar era más bien escasa. De esta manera, no pocas marcas se convirtieron en filiales de casa extranjeras – especialmente italianas – mientras otras abordaban la cuestión mecánica comprando motores a la Hispano-Villiers. A la sazón, también una prolongación en el mercado español de una empresa extranjera con gran volumen de negocio.
No obstante, lo cierto es que la España de aquellos años la necesidad aupaba la virtud. De esta manera, aún con muchos factores en contra el número de microcoches, motocarros y motocicletas resultaba bastante llamativo. Y es que, no en vano, España – y especialmente el territorio catalán – ya contaba con una sólida tradición automotriz en la que figuraban nombres tan ilustres como la Hispano-Suiza junto a otros más populares como Ford Motor Ibérica. Por cierto, instalada también en el barrio del Poblenou después de un breve tiempo en la zona franca del puerto de Cádiz.
Bajo todo este contexto, Huracán se sumó a la lista de los fabricantes automotrices del momento dando muestras de un curioso ingenio. De hecho, más allá de producir sus propios modelos con dos ruedas – recurriendo a cilindradas de 125, 197 y hasta 250 centímetros cúbicos con la Oxford como el modelo más representativo de su gama – también se atrevió con el mundo de los motocarros. Esenciales para las pequeñas empresas de la época.
Más allá de las motocicletas, en Huracán Motors S.A también se desarrollaron microcoches, furgonetas y motocarros
Y vaya, incluso llegó a lanzar una microfurgoneta llamada F-197. Es más, ésta tuvo una evolución con motor Hispano-Villiers de 323 centímetros cúbicos que, desgraciadamente, quedó en fase de prototipo. Asimismo, antes de acabar los años cincuenta también presentó un microcoche. Ingenioso y en el sentido de estos vehículos tan enraizados con la historia de Barcelona pero, al tiempo, quizás ya tardío ante el evidente crecimiento de SEAT y FASA con sus productos licenciados por FIAT y Renault respectivamente. De hecho, Huracán Motors no supo adaptarse a los nuevos tiempos y, desgraciadamente, acabó cerrando sus puertas en 1965. Eso sí, legó una trayectoria interesante en la que, falta de medios aparté, demostró una gran capacidad creativa.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS