Cuando pensamos en Husqvarna y la competición enseguida nos viene a la mente el mundo del Motocross. Sin embargo, esta histórica casa sueca no sólo ha estado presente en los trazados más embarrados, sino también en los circuitos de asfalto. Es más, gracias a monturas como la 500 GP de 1931 la marca fue capaz de medirse con Norton y su equipo oficial. Una época de duelos endiablados y hazañas de pioneros, la cual acabó cuando en 1935 Husqvarna decidió replegarse a sus cuarteles de invierno de cara a centrar sus esfuerzos en los modelos de serie. No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial hubo un pequeño pero interesante fogonazo con el cual se alimentaron las ilusiones de volver a ver a esta marca en los circuitos de asfalto. Hablamos de la Husqvarna 250 GP de 1965.
Hechas las presentaciones, lo mejor será comenzar por el principio. Un principio que fijaremos en 1955 y no con una motocicleta de competición precisamente. Así las cosas, de cara a entender los primeros coqueteos deportivos de Husqvarna tras la contienda hemos de comprender a la primera Silverpilen. Una motocicleta ligera y accesible, con un motor fiable y ciertas habilidad camperas. Justo la base deseada por multitud de jóvenes aficionados al Motocross, quienes encontraron en ella la opción perfecta para sus carreras tras realizar algunas sencillas modificaciones mecánicas. Es decir, sin comerlo ni beberlo, la casa sueca había desatado una fiebre competitiva a la que, aprovechando la situación, se sumó llegando a crear iconos como la CR250.
Llegados a este punto, se puede decir que los inicios de la magnífica historia de Husqvarna en el Motocross vinieron más por el empuje de sus aficionados que por una estrategia deliberadamente ideada desde la fábrica. Partiendo de esta base, resulta interesante observar cómo el caso de la Husqvarna 250 GP guarda no pocas similitudes. Es más, sin duda se trata de una de esas historias en las que las marcas se dejan querer, apartándose al poco tiempo según va apareciendo la necesidad de plasmar en dinero el compromiso con la competición. Y es que, no en vano, la idea de poner de nuevo un equipo oficial Husqvarna en lo más alto de los trazados de asfalto no vino de la empresa. Lejos de ello, todo partió de una revista. Concretamente de su editor, Bengt Björklund.
Usando un chasis proveniente del Motocross, los ingenieros involucrados de forma personal y desinteresada en el proyecto crearon una máquina sobresaliente en el aspecto del agarre
Husqvarna 250 GP, la efímera vuelta a los circuitos
Aunque ésta es una publicación motociclista, seguro que muchas de vosotras conocéis la figura de Max Hoffman. Importador de coches europeos al mercado norteamericano, su instinto comercial estuvo detrás de modelos como el 356 Speedster o el mismísimo 300 SL Gullwing. Y eso sin ser parte de las directivas de Porsche o Mercedes respectivamente. Sin embargo, su poder de persuasión influyó en la toma de decisiones de las mismas. Exactamente igual que Björklund. Eso sí, mientras Hoffman contaba con el poder de su concesionario el sueco se apoyaba en lo popular de su publicación: Motor Cycle News.
Así las cosas, a comienzos de los sesenta esta publicación estimuló a Husqvarna para regresar a lo más alto de los circuitos de asfalto. Una idea sin duda llamativa. En primer lugar porque, de aquellas, la casa sueca ya estaba del todo metida en la disputa de pruebas de Motocross. Y en segundo porque, al fin y al cabo, habían pasado casi tres décadas del abandono de los trazados de asfalto por parte de Husqvarna. No obstante, Björklund convenció a la marca aunque sólo fuera a medias. Y es que, mientras ésta aportaba las máquinas y la asistencia técnica, la revista debía responsabilizarse del resto de la logística.
Con todo ello, en 1965 el proyecto echó a andar con varios ingenieros teniendo que hacer horas extras – por su cuenta y riesgo – de cara a afinar la Husqvarna 250 GP. Con este escaso compromiso por parte de la directiva, huelga decir que la motocicleta no fue creada desde cero con todos los enormes gastos de desarrollo que esto implica. Lejos de ello, se usó el fiable motor de cuarto de litro ya existente en la gama y el chasis de las Silverpilen de Motocross. Con estos mimbres, evidentemente la Husqvarna 250 GP no iba a ser tan rápida como las motocicletas japonesas, pero sin embargo sí gozaba de una gran estabilidad así como de una interesante banda de potencia.
Lejos de ser una estrategia claramente ideada por la empresa, ésta surgió del dejarse querer. Por ello, cuando se empezó a necesitar un mayor compromiso materializado en financiación, todo se vino abajo como un castillo de naipes
Es más, cuando en 1965 se estrenó en el campeonato sueco logró excelentes resultados pilotada por Anders Bengtsson y Kent Andersson – futuro doble campeón del mundo de 125 con Yamaha – . Todo un espaldarazo de confianza al proyecto, logrando inscribir a la Husqvarna 250 GP en el GP de Japón del año siguiente. Y vaya, la verdad es que no fue una temporada del todo mala, especialmente en lo referido a los trazados más revirados donde el agarre de esta motocicleta se presentaba como una ventaja esencial. Sin embargo, al finalizar el año Husqvarna decidió no continuar en el Mundial a pesar de la buena actuación firmada. Una decisión basada en el no querer asumir los costes que implicaba aquella competición. En fin, bastante lejos se llegó para el recelo que puso en esta iniciativa una marca que, sencillamente, más que querer sólo se dejó querer.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS