A priori, sin fijarse demasiado en algunos detalles muchas personas podrían pensar que el Kingsbury es un producto actual. No en vano, el espectacular auge de los patinetes motorizados resulta un fenómeno extremadamente cotidiano en nuestros días. De hecho, bien podría decirse que es una moda. Sin embargo, en este caso estamos hablando de una máquina diseñada en 1919. Sí, con más de un siglo, demostrando así que ciertos fenómenos siempre regresan cuando se dan las circunstancias adecuadas. Pero, dicho esto, ¿cuáles fueron las que alumbraron a este monopatín? ¿Y en qué se relacionan con la actualidad?
Bueno, para empezar hemos de situarnos en el Reino Unido a finales de la Primera Guerra Mundial. Un momento en el que, debido a los estragos bélicos, el comercio internacional de caucho y metales se había resentido preocupantemente. Algo que, de forma directa, afectaba a todo lo que tenía que ver con la incipiente producción en serie dentro de la industria automotriz. Además, la población tampoco es que estuviera en su mejor momento económico, con el poder adquisitivo seriamente resentido así como una galopante brecha en materia de desigualdad.
Es decir, vender automóviles o motocicletas en la Inglaterra de 1919 no resultaba fácil si se quería hacer más allá de los pudientes clientes de la alta gama. Todo ello, ensombrecido por si fuera poco con los problemas de combustible inherentes al momento, viéndose afectadas las rutas con Oriente Medio y Bakú. Así las cosas, la idea de un monopatín motorizado no era del todo descabellada. Menos aún si tenemos en cuenta que las mujeres estaban – ya fueran ricas o pobres – bastante alejadas del acceso a la movilidad personal. Teniendo en ellas un mercado potencial para estas máquinas que, de una manera barata y sencilla, aseguraban una cuota de libertad individual más que interesante.
En cierta medida, los problemas de movilidad y recursos que tenemos en la actualidad son parecidos a los vividos en 1919
Kingsbury 2 ¼, la historia se repite
Tras la Segunda Guerra Mundial multitud de fábricas reconvirtieron su actividad de lo militar a lo civil. Un hecho especialmente visible en Italia, donde marcas como Piaggio abandonaron la producción de aviones militares para pasarse al mundo del motociclismo. Pues bien, en el Reino Unido posterior a la Primera Guerra Mundial ocurrió exactamente lo mismo. De esta manera, Kingsbury dejó de producir aviones para el ejército británico, pensando en lo lucrativo que podía ser ofrecer modelos de dos ruedas.
Eso sí, antes de tener en su gama motocicletas – lo cual ocurrió en 1920 con la aparición de su primera motocicleta ligera – puso en el mercado este Kingsbury 2 ¼. Dotado de un minúsculo motor – evidentemente monocilíndrico – con dos tiempos, gracias al mismo este monopatín podía circular por el tráfico urbano dotado de cierta solvencia.
Además, insistiendo en el caso de las mujeres, muchas de ellas lo vieron como una excelente alternativa a las motocicletas debido a la facilidad de subirse al mismo en un tiempo donde, todavía, dominaban los incómodos y aparatosos vestidos de señora. Algo que, con el tiempo, vendrían a representar también los scooter así como las motocicletas de barra baja o cuadro abierto. Llamadas en España “ de sotana “ en clara referencia a la prenda religiosa.
A pesar de contar con evidentes ventajas, este modelo se sustituyó en 1920 por una motocicleta como tal
Obviamente, esto ya no es un punto de relación con el Kingsbury de 1919. Sin embargo, la economía tanto en el precio como en el consumo y el mantenimiento sí son puntos a relacionar con el auge de los actuales monopatines eléctricos. Y eso por no hablar de que, en nuestras congestionadas ciudades, tenemos problemas de circulación similares a los de aquellos trazados urbanos que aún se estaban acostumbrando a la progresiva presencia del automóvil. Hecho en el que, este Kingsbury, intentó poner su aporte en materia de movilidad personal rápida y eficiente.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS