La Krauser MKM 1000 es una de las BMW más raras de cuantas podrás conocer, y rara no por el hecho de tener algo fuera de lo normal o porque tener un diseño discutible, rara por su escasez –solo 237 unidades–, por algunas soluciones empleadas y por su planteamiento general, decididamente deportivo, pero con un motor bóxer.
Es posible que no suene de nada la marca Krauser, y en parte es muy lógico, pues en realidad no es una marca de motos. Sin embargo, seguramente muchos reconoceréis el nombre de Krauser por la marca de equipaje para motocicletas, que es precisamente la misma marca que nos incumbe ahora mismo. Hablamos de la compañía fundada por Michael Krauser, ex piloto de sidecar con BMW –campeón del mundo en 1955, 1956, 1957 y 1958–.
Krauser, después de su carrera como piloto, pasó a ser director de equipo y ya en la década de los 70, comenzó con su empresa de fabricación de materiales de equipaje para motocicletas, que fue lo que más fama y dinero le dio. Sin embargo, siempre quiso fabricar su propia motocicleta, algo que pudo conseguir a finales de la década de los 70. Por entonces había conseguido el capital necesario y sus vínculos BMW eran largos y además, fuertes.
Así, por tanto, para su proyecto decidió “tirar” de la marca alemana y solicitó motores, transmisiones, suspensiones, frenos y sistemas eléctricos de la BMW R100RS. Todo ello lo montó sobre un chasis desarrollado específicamente para el proyecto, que luego fue vestido con una carrocería también específica. Krauser quería dar forma a un chasis alemán lo suficientemente avanzado para el icónico motor bóxer, tal y como había hecho Seeley Rickman en Gran Bretaña.
Para ello, hizo uso de un proceso de diseño por ordenador, toda una innovación a finales de los años 70, aunque eso no evitó toda la fase de pruebas. El resultado fue un entramado tubular similar al birdcage de Maserati, la jaula formada por 52 tubos de acero al cromo-molibdeno rectos y cuatro tubos ligeramente doblados, que requerían 150 puntos de soldadura. El basculante trasero también era nuevo, más ancho, para poder montar una rueda con mayor sección.
Su aspecto, como el mencionado chasis de Maserati, hizo que no tardaran en ponerle el mismo mote, el cual ya hemos mencionado: birdcage –jaula de pájaros–. Pesaba solo 11,6 kilos y su rigidez era elevada donde tenía que serlo. Además, permitió colocar el motor más elevado, se aumentó el lanzamiento y el avance de la horquilla delantera, se montaron nuevos estribos, un depósito de combustible de metal oculto por una carrocería que tenía el depósito, el asiento y el colín en una sola pieza.
Algunos medios de la época tildaron la Krauserr KMK 1000 como una moto poco atractiva en diseño, aunque eso, como siempre, va según gustos. De lo que nadie dudo fue de sus capacidades dinámicas, con un manejo y una agilidad impropias de una BMW. Argumentos, junto a su rareza, que la hacen muy popular entre los coleccionistas.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS