Durante el TT de la Isla de Man celebrado en 1956 Montesa logró el que, quizás, sea su mayor éxito deportivo. Hablamos del logrado por sus Sprint 125, responsables de copar tres de los cuatro primeros puestos en la línea de meta. Sin embargo, paradójicamente la marca catalana clausuró su departamento de competición a los pocos meses. No en vano, en Montesa preveían la futura crisis de las turismo y, por tanto, Pere Permanyer no sólo buscaba incidir en motocicletas más vendibles que las deportivas, sino también en ahorrar capital de cara a sortear futuras tormentas.
No obstante, su socio Francisco Xavier Bultó opinaba de una manera radicalmente opuesta. Tanto así que, en un acto de fidelidad a sus propios principios de diseño, salió de la empresa para a las pocas semanas fundar Bultaco en compañía de algunos antiguos compañeros de trabajo. Algo que provocó una grave crisis en Montesa, la cual se vio desprovista de su núcleo de diseño de la noche a la mañana. Una situación parecida a la que vivió Ferrari a comienzos de los sesenta, cuando de repente ingenieros clave como Colombo o Bizarrini abandonaron Maranello.
Eso sí, al igual que en toda crisis de liderazgo el vacío de poder siempre da oportunidades a quienes sepan leer la situación. De esta manera, mientras en Ferrari fue Mauro Forghieri el escogido para dirigir el nuevo rumbo de la la marca, en Montesa la salida de Francisco Xavier Bultó permitió el ascenso de Leopoldo Milà. Conocido y reconocido gracias al diseño de la Impala ya en los años sesenta, este diseñador industrial tomó la iniciativa a la hora de responder con nuevos modelos a los lanzamientos de Bultaco.
Paradójicamente, la aparición de Bultaco hizo que Montesa tuviera que centrarse de nuevo en modelos con un cierto toque deportivo
Montesa Brío 110, una competencia para la Tralla 101
En 1959 Bultaco iniciaba su andadura con la Tralla 101. Una magnífica turismo con aptitudes deportivas que, a la postre, ya era una declaración de intenciones en sí misma sobre los propósitos marcados por la nueva marca. Además, fue un éxito comercial y, por tanto, Montesa tenía que tener una reacción ante la misma. De esta manera, justo durante aquel mismo año se presentó la Brío 110. Parte de la saga iniciada en 1953, ésta fue el primer diseño ejecutado bajo el liderazgo de Leopoldo Milà.
Ahora, ¿cuál fue su principal novedad? Bueno, pues aunque pudiera parecer que estamos hablando de una continuadora de las antiguas Brío, la 110 presentó un nuevo bastidor basado en un esquema monotubo donde, además, se evitaba la triangulación trasera. Además, se montaron amortiguadores hidráulicos así como unos frenos mucho más potentes que los visto hasta el momento en Montesa.
Más allá de esto, aunque se conservaba el monocilíndrico con dos tiempos en el cual se había basado la saga Brío, éste recibía unos nuevos ajustes de cara a entregar un comportamiento realmente interesante. Y es que, a pesar de ser una turismo con 124 centímetros cúbicos -algo muy común en aquella época previa al posterior dominio de los automóviles populares- aquí vemos un comportamiento deportivo bastante claro. Y es que, al fin y al cabo, la Brío 110 salía al mercado a fin de competir con la Tralla 101.
La salida de Bultó hizo posible que emergiera la figura de Leopoldo Milà, quien lograría su plena consolidación gracias a la Impala
Eso sí, los 10,5 CV a 6.500 revoluciones por minuto eran controlados a través de un cambio con cuatro relaciones especialmente progresivo y eficiente. De esta manera, aunque estamos hablando de una motocicleta con ambiciones deportivas, también vemos la impronta del carácter sobrio y práctico con el cual, por entonces, Pere Permanyer quería impregnar a Montesa. Asimismo, el peso era moderado en parte gracias a los contenidos 85 kilos dados en báscula por la Brío 110. En suma, no sólo una más que interesante alternativa para la Tralla 101, sino también -como se demostró- una excelente base para el desarrollo de futuras motocicletas deportivas. Eso sí, siempre y cuando aquel bastidor firmado por Leopoldo Milà recibió al fin un nuevo grupo térmico.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS