Moto del día: Montesa Sprint TT Isla de Man 1956

Moto del día: Montesa Sprint TT Isla de Man 1956

Tras su gran éxito en el TT de la Isla de Man en 1956, la Montesa Sprint 125 acabó su vida en carreras en nombre de la sobriedad financiera.


Tiempo de lectura: 5 min.

A veces, en la historia de la competición suele ocurrir una paradoja bastante visible. Y es que, algunas marcas, la han abandonado justo después de alcanzar su mayor momento de éxito. En este sentido, Aston Martin representa un buen ejemplo. No en vano, justo después de ganar en Le Mans 1959 con su DBR1, ésta decidió abandonar el Mundial de Marcas a fin de poner su afán en la F1. Sin duda un fracaso absoluto. Habiendo abandonado el ámbito de la resistencia en su mejor momento para, finalmente, no cosechar ningún triunfo reseñable en la categoría reina del automovilismo.

Algo que, de una medida u otra, guarda paralelismos con lo vivido por Montesa. Al fin y al cabo, la casa catalana abandonó lo más alto de la competición internacional – en relación a la categoría de octavo de litro, eso sí – pocos meses después de haber cosechado un excelente resultado en el TT de la Isla de Man, logrando la segunda, tercera y cuarta posición gracias a su Sprint 125. No obstante, de cara a entender aquella decisión lo mejor será ir por partes. Así las las cosas, hemos de situarnos a finales de los años cuarenta.

Una época en la que Montesa se consolidaba en el mercado local junto a otras marcas como Lube o Sanglas, siendo especialmente competitiva en los campeonatos nacionales gracias a sus hasta once títulos en diversas cilindradas. Además, gracias al desarrollo de las monturas de competición X48/49 Montesa debutó en la escena internacional con resultados prometedores. Sin ganar pero, al mismo tiempo, logrando estar entre los puestos de cabeza. Una tendencia confirmada cuando, en 1949, la casa catalana lograba su primera gran carrera internacional gracias al VI Premio Internacional de Barcelona. Un buen cimiento para que, dos años más tarde, Montesa al fin se lanzase al Mundial de 125 con un entusiasmado Francisco Xavier Bulto a la cabeza del departamento de competición.

montesa sprint (1)

Desde sus inicios Montesa estuvo muy presente en la competición con hasta once campeonatos nacionales ganados. Además, tentó al panorama internacional a pesar de una evidente falta de medios en materia logística

Montesa Sprint 125, directa a una excelente actuación en la Isla de Man

Tras su estreno en el Mundial, el ambiente resultaba realmente efervescente en Montesa. Para empezar, sus ventas de modelos turismo marchaban de forma satisfactoria, siendo sin duda una empresa de referencia para el mundo del motor en España. Asimismo, y gracias a su buena progresión en las carreras, su departamento de competición volcaba una gran experiencia técnica en las futuras motocicletas de serie. Todo ello aderezado con una buena campaña de imagen ya que, como sabía muy bien Francisco Xavier Bultó “las ventas seguían a la bandera a cuadros”.

Llegados a este punto, en 1953 se ultimó el desarrollo de una nueva y necesaria montura para la escuadra oficial. Hablamos de la Sprint 125. Una máquina en la que se demostraron las mejores capacidades de Montesa, creando un diseño especialmente reseñable gracias a su mezcla de nervio y ligereza. De hecho, sus 14 CV a 10.500 revoluciones por minuto tan sólo tenían que propulsar 55 kilos de peso más, claro está, lo sumado por el cuerpo del piloto. Todo ello con un cambio de seis velocidades y una horquilla hidráulica como ya tenían los modelos de calle, habiendo abandonado definitivamente los diseños con paralelogramo deformable.

Finalmente, en 1954 llegó la hora de su estreno en las pistas del Mundial gracias a pilotos como John Grace o José Antonio Elizalde. Lastrados por una logística menos ambiciosa de lo que debería haber sido – lo mismo ocurría en el automovilismo cuando examinamos la historia en competición del Z-102 – los pilotos de la escuadra Montesa fueron ganando confianza al tiempo que llamaban la atención gracias a su velocidad. Y es que, dado el poco peso de la Sprint 125, ésta sobrepasaba los 150 kilómetros por hora. Además, en 1955 empezaron a cosecharse las primeras victorias en citas internacionales. Todo iba realmente bien.

montesa sprint (2)

Aquella gesta en el TT de la Isla de Man tuvo ecos por toda Europa. Sin embargo, recién alcanzado su mayor éxito en competición la casa catalana se vio obligada a revisar radicalmente su papel en la competición

Eso sí, de cara a consolidar todo aquello había una cita en la que resultaba obligado dar la sorpresa. Obviamente hablamos del TT de la Isla de Man, adonde Montesa dirigió su afán en 1956 preparando sus máquinas ya dotadas de carenado aerodinámico. Además, el equipo oficial se tomó aquello tan en serio que llegó a estar sobre el terreno un mes antes de la carrera para poder así estudiar con calma su amplísimo trazado. Un esfuerzo recompensado por el segundo puesto de Marcel Cama, el tercero de Paco González y el cuarto de Enric Sirera. Todo ello a pesar de encontrarse en una parrilla de salida donde destacaban las MV Agusta y F.B Mondial. En suma, un éxito sin paliativos con ecos evidentes en los mercados internacionales. Sin embargo, tan sólo un año después todo cambió de una manera radical cuando Pere Permanyer – socio mayoritario y mente financiera para Montesa – recortó drásticamente el presupuesto destinado al departamento de competición. Tras aquella decisión se encontraba la necesidad de ahorro marcada por las nuevas directrices del gobierno, destinadas a capitalizar las empresas nacionales a fin de dar, ya en los inminentes años sesenta, el salto definitivo a una sociedad de consumo. Además, la caída de ventas en las turismo producida a partir del lanzamiento del SEAT 600 – no mucho más costoso que una de aquellas motocicletas – también invitaba a la prudencia. Llegados a este punto, la confrontación entre Permanyer y Bultó estaba servida, siendo el prólogo para la posterior salida del segundo a fin de fundar Bultaco. Sin duda, una situación compleja y desagradable con la que la Sprint 125 acabó barrida de plano no en las pistas sino en los despachos.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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