Cuando hablamos de las primeras superbikes lo más recurrente es pensar en la Honda CB 750 Four de 1968. Sin embargo, en los competitivos listados cronológicos quizás el honor de ser la primera deberíamos concedérselo a la Mammüt. La icónica creación de Friedel Münch que, si bien fue fabricada en una tirada escueta – sólo unas decenas de unidades – no en vano se produjo en cadena desde 1966. Es decir, dos años antes de que el fabricantes nipón – el cual ya venía de ser el de mayor producción global – lanzase al mercado su creación con cuatro cilindros destinada a inaugurar una nueva era en los segmentos más prestacionales del motociclismo.
Pero vayamos por partes. Para empezar, Münch acumuló hasta 1956 una amplia experiencia en la fabricación de motocicletas gracias a trabajar en Horex. No obstante, un poco antes de su cierre por parte de Daimler se hizo con la posibilidad de montar un taller propio. A partir de aquí, Münch se especializó en las preparaciones deportivas, llegando incluso a patentar interesantes sistemas de frenos pensados para las exigencias dadas en las carreras. Así las cosas, para mediados de los años sesenta sus ambiciones crecieron hasta el punto de crear una motocicleta con cuatro cilindros. Pero, ¿cómo? Al fin y al cabo, diseñar desde cero un motor sobrepasaba ampliamente las posibilidades financieras de no pocos fabricantes independientes.
Con todo ello, la solución estaba en echar mano de un ingenio ya creado. Momento en el que vino la originalidad de la Mammüt, ya que Münch escogió la mecánica del NSU Prinz. Sí, ni más ni menos que el motor de un coche, con 976 centímetros cúbicos para entregar 55CV con refrigeración por aire. Algo sin duda muy original para la época – donde lo más común en materia prestacional era todo lo relacionado con la horquilla que va entre el medio litro y los tres cuartos – y que, por tanto, llamó la atención de no pocos aficionados. Eso sí, el carácter cuasi artesanal de esta motocicleta hizo de ella una pieza para coleccionistas desde su propia aparición.
Desde los frenos hasta la adecuación del motor NSU todo en esta motocicleta no sólo es grande, sino también excepcional
Münch-4 TSS-E 1200, llega la inyección de combustible
Ya que la Mammüt tomaba su motor prestado del NSU Prinz, ésta evolucionó junto al utilitario alemán que, por cierto, contó con un desarrollo deportivo más que notable en el mundo de las cilindradas inferiores – tanto en rallyes como en carreras en cuesta – gracias a sus versiones TTS. Con todo ello, cuando en 1967 salió al mercado el TTS (Type 67F) Münch vio la posibilidad de seguir mejorando su motocicleta. Y así lo hizo, incorporando a la misma el motor con 1.2 litros procedente de este coche para llevarlo hasta los 88 CV.
Una potencia nada desdeñable ya que estamos hablando de una motocicleta previa a los años setenta, teniendo por cierto incluso 3 CV más que las versiones más afinadas del NSU para los rallyes. Es decir, una virguería mecánica que, haciendo caso a las pruebas de la época, empujaba con fuerza desde bajas vueltas al tiempo que lucía un interesante curva de par gracias a una tercera marcha especialmente estirable.
No obstante, Münch quiso seguir evolucionando su creación – la cual gozaba de un bajo pero constante número de pedidos – según podía ir incorporando más novedades tecnológicas. De esta manera, en 1972 consiguió mejorar la alimentación gracias a un sistema de inyección mecánica – más sencilla que la electrónica aunque finalmente barrida gracias a los avances firmados por Bosch – con el cual la potencia subía hasta los 100 CV.
El sistema de inyección mecánica mejoraba de forma notable la potencia, consiguiendo pasar de los 88 CV de la anterior versión a los 100 CV de ésta
Obviamente, semejante mejora hizo que se tuviera que crear una nueva evolución de la Mammüt, apareciendo así la Münch-4 TTS-E 1200. Una de las mejores creaciones del taller alemán, el cual tuvo que preparar un chasis más amplio de cara a alberga el motor de 1.2 litros al tiempo que, aún con los 217 kilos dados en báscula por esta motocicleta, conseguía un manejo mucho más sencillo y cómodo de lo que pudiera parecer. Respecto a la frenada, ésta se hacía con los frenos de tambor con doble leva que, precisamente, procedían de los desarrollados por Münch para las carreras durante la década anterior. Además, la apariencia de cada unidad de la Münch-4 TSS-E 1200 varía según se hayan utilizado unos faros u otros, así como según el cliente optase por un depósito de combustible más grande o más pequeño. En fin, se trataba de una pieza exclusiva, hecha por encargo y que, a día de hoy, es un sueño para no pocos coleccionistas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS