Ossa es una de las marcas que consiguen aunar dos pasiones comunes entre coleccionistas dedicados al mundo de las máquinas. Por una parte, no es nada extraño ver su autoría en diversos museos relacionados con el cine. Producto de haber sido durante años uno de los principales fabricantes de proyectores, especialmente en el icónico formato de 35 mm. Por otra, evidentemente, aquella por la cual llegó a ser una referencia indispensable en la historia del motociclismo español. Sus motos. Siendo entre ellas uno de los modelos más recordados la Ossa Enduro con todas las variantes que llegó a tener al producirse desde 1967 hasta 1977.
De hecho, para muchos aficionados se trata de la referencia nacional en lo que a motos diseñadas para ir fuera del asfalto se refiere. Una vía de trabajo a la que Ossa ya venía dedicando bastantes esfuerzos durante los sesenta, redoblados a finales de la década por dos motivos concretos. El primero tuvo que ver con la ansiada expansión comercial a los Estados Unidos. Tanto así que Ossa y otros fabricantes nacionales parecieron descuidar las necesidades del mercado local, especialmente al hablar de las turismo-deportivas. De esta forma, examinando las gamas del momento es imposible no encontrar huecos en este segmento. Haciendo que cualquier comprador con ganas de una montura nacional dotada de prestaciones solventes recurriese a las enduro a pesar de no tener al campo como escenario principal de sus salidas.
Un verdadero problema. Lo cual hizo que en la España de la época proliferasen en exceso estas monturas aún no yendo en consonancia a la costumbre de llevarlas por el campo. No obstante, Ossa dedicó grandes esfuerzos para el desarrollo de modelos como la Ossa Enduro ya que en los Estados Unidos la demanda de motocicletas para desarrollar la deportividad sobre caminos de tierra era cada vez mayor. De hecho, prueba de esto es la aventura empresarial de Ossa con Yankee Motors. Una idea tan estimulante en el papel como fracasada en la práctica, no llegando ni a las mil unidades vendidas en el caso de la Z500. El segundo motivo tuvo que ver con el trágico y repentino final de Ossa en el campeonato mundial de velocidad tras la muerte de Santiago Herrero en 1970.
Ossa Enduro 250, excelentes cualidades para rodar sobre caminos
El mismo 1967 que veía el lanzamiento de la Ossa Enduro contempló los inicios de la Ossa 250 Monocasco. Una montura revolucionaria empezando por su ligerísimo chasis en magnesio. Base perfecta para su monocilíndrico con válvula rotativa. Tan efectivo que podía vérselas de tú a tú con motocicletas de más cilindros e incluso veinte caballos más, dando al intrépido Santiago Herrero posibilidades reales para llegar a lo más alto.
Sin embargo, la tragedia se cernió sobre él durante el Tourist Trophy de 1970 falleciendo a causa de un accidente. Así las cosas, el impacto de su muerte fue tan fuerte que Ossa abandonó las carreras sobre asfalto. Un punto y aparte que la hizo centrarse aún más en las todo camino como la Ossa Enduro 250 de 1967. No obstante, la primera incursión de la marca catalana en las enduro se había producido en 1963 con la presentación de un modelo con 230 cm3 y 19,5 CV a 6.800 vueltas.
Buen punto de partida para la llegada de la Ossa Enduro 250, con 244 cm3 y 25 CV a 6.000 vueltas gracias a su monocilíndrico vertical de dos tiempos. Respecto al chasis, el escogido fue un tubular de doble cuna en acero para dejar el conjunto en unos 96 kilos. En general una montura eficiente sobre cualquier terreno, aunque en verdad su desarrollo para la modalidad enduro la hacía según pruebas de la época en Cycle Guide poco satisfactoria sobre asfalto.
Totalmente lógico por otra parte aunque, como hemos dicho anteriormente, abundase de aquellas su uso en carretera. En lo referido a la calidad de fabricación, la Ossa Enduro 250 encuentra una de sus mejores razones. Sólida y dotada de un motor extremadamente fiable, esta montura podía no ser tan efectiva como una Bultaco del momento, pero sí más confiable en términos de fiabilidad. Además, el motor responde con energía sobre la base de una buena estabilidad. En suma, no hay duda de que para los que encuentran su mejor vía de pilotaje fuera del asfalto la Ossa Enduro 250 aún resulta una motocicleta para recordar.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS