Aún recuerdo aquellos años de chavalería donde empezamos a tener contacto con los primeros ciclomotores que llegaban a nuestras manos, como el Peugeot 103 ZT, que junto a los Vespino GL y SC de la época, y alguna que otra Mobylette Cady, formaban parte del parque motorizado al que teníamos acceso. La mayoría heredados de abuelos, padres o hermanos, y en la mayor parte de los casos hacíamos uso de ellos sin tan siquiera tener algún tipo de licencia, pero esto no se lo digáis a nadie.
Hoy, casi 40 años después, echamos un ojo a uno de aquellos humildes pero añorados ciclomotores que formaron parte de esa época, el 103 de Peugeot en su versión mejorada ZT. Si bien es cierto que el nacimiento del modelo en sí se remonta a la década anterior -año 1971-, y que en nuestro país hasta aproximadamente 1983 se estuvo ensamblando la variante inicial, tras varios años de parón en la fábrica de Vitoria que daba vida a estos sencillos vehículos, la marca francesa volvería con aires renovados con el 103 ZT.
El Peugeot 103 ZT era el fiel reflejo de la libertad con apenas 14 o 15 años, donde a sus mandos pasábamos largos día de verano de un sitio para otro sin rumbo fijo
Aquella variante actualizada mejoraba en algunos aspectos técnicos, a la par que disfrutaba de una nueva imagen más compacta, gracias entre otras cosas a un nuevo asiento corrido para dos plazas, aunque técnicamente estuviera diseñada para transportar a una sola persona. Mecánicamente hablando, el monocilíndrico de dos tiempos y 49 cc seguiría refrigerado por aire, estando alimentado por un carburador Gurtner de 12 mm y disponía de admisión por láminas al cárter, mientras que el embrague automático centrífugo se mantendría inalterado respecto a versiones anteriores.
Por otro lado, en la parte ciclo sería un bastidor, fabricado en tubo y chapa estampada, el encargado de acoger al resto de componentes que conformaban al Peugeot 103 ZT. A su vez, el mismo cuadro daría forma al depósito de combustible de 3,7 litros que quedaría integrado en este, quedando el propulsor posicionado de manera autoportante.
Por su parte, las suspensiones seguirían las líneas generales del resto del conjunto, siendo una horquilla telescópica la elegida para el frontal y una pareja de amortiguadores laterales los encargados de actuar en la zaga. Un par de tambores, a modo de kit de frenado, integrados en unas llantas de 17 pulgadas de nuevo diseño compuestas por cinco palos, serían los componentes restantes con los que se completaría este apartado.
En cuanto a los acabados y el equipamiento del que hacía gala el Peugeot 103 ZT, podemos hacernos una idea teniendo en cuenta su finalidad, pero sobre todo su precio final de 85.000 pesetas de la época. Un pequeño velocímetro integrado tras el faro frontal, equipo de intermitencia o un solo espejo retrovisor era todo lo que podia ofrecernos la marca por aquel módico precio. Pero como ya hemos comentado anteriormente, la sencillez y economía eran los pilares sobre los que se sustentaba la existencia del ciclomotor francés.
Sencillez y economía eran las bazas con las que contaba el Peugeot 103 ZT en todos los aspectos de su fabricación, además de un pequeño propulsor de apenas 50 cc prácticamente indestructible
En el lado de la competencia, el 103 ZT se encontraría con modelos como la Derbi Variant California, la cual podríamos adquirir por unas 98.000 pesetas. También Mobylette ofrecía su gama de Caddy desde unas 74.000 pesetas, o Vespa disponía del sempiterno Vespino con una tarifa que arrancaba desde poco más de las 100.000 pesetas. Todas y cada una de ellas con su encanto, y por supuesto con una personalidad diferente, aunque manteniendo una linea general de calidad y fabricación muy similar.
En la actualidad, los Peugeot 103 ZT pueden encontrarse en páginas de ocasión por precios que arrancan desde los 300 euros, pudiendo llegar a cifras de cuatro dígitos cuando hablamos de unidades que han sido restauradas, También pasa con las cuales se han realizado preparaciones destinadas a circuitos, otra de las utilidades para lo que se empleaba este singular ciclomotor, creando verdaderas balas que pueden alcanzar velocidades fuera de la legalidad, tanto por normativa como por tipo de vehículo, aunque se convierten en verdaderos juguetes por y para la diversión.
J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS