Moto del día: Puch Monza 50

Moto del día: Puch Monza 50

Otro de aquellos nombres míticos de la era 2T


Tiempo de lectura: 4 min.

Qué lejos nos queda aquel año de 1979, cuando se presentó la Puch Monza 50 en el Salón de la Moto de Barcelona. El origen nacional de este modelo hay que buscarlo en Gijón, donde el fabricante Avello construía motos de MV Agusta bajo licencia dese comienzos de la década de los 50. El problema vino cuando unos años después, en 1970, el fabricante italiano quería orientar su línea de negocio hacia motocicletas más grandes, con motores de varios cilindros y mecánicas de cuatro tiempos.

El fabricante gijonés era consciente de que este nuevo rumbo no era el más adecuado para el mercado nacional de motocicletas, que seguía anclado en los pequeños modelos de baja cilindrada y mecánicas de dos tiempos, en parte por su menor coste y mayor sencillez mecánica.

Es por eso que Avello buscó un nuevo socio tecnológico para poder seguir fabricando pequeñas motocicletas monocilíndricas de dos tiempos, y encontró en la austriaca Steyr-Daimler-Puch el compañero perfecto. Este matrimonio se alargó hasta 1983, cuando la japonesa Suzuki entró con un saco de dinero a comprar el 36 % de la empresa, para hacerse con su totalidad sólo cinco años después.

Puch Monza 50 2

Entre 1970 y 1983, fruto de esta unión entre Avello y Steyr-Daimler-Puch salieron algunos modelos míticos de la fábrica gijonense. Nuestra protagonista de hoy fue uno de los más míticos y recordados: la Puch Monza 50, una moto pequeña y juguetona, pero que en aquel año de 1979 era el objeto de deseo de muchos jóvenes españoles.

Como podéis ver en las fotos, la Puch Monza 50 era poco más que una bicicleta con motor, sobre todo si nos fijamos en el diámetro del bastidor tubular o las barras de la horquilla delantera. Todo en ella tenía unas dimensiones de “juguete”. El motor de 49 cc estaba refrigerado por aire, algo muy habitual en aquella época, y el giro se transmitía hacia la rueda trasera gracias a una transmisión manual y la típica cadena de eslabones.

De la Puch Monza se vendían dos versiones diferentes. La normal era una naked de faro redondo y contaba con un freno de tambor en la rueda delantera. La otra era una versión más deportiva, que incorporaba una pequeña careta frontal rodeando el faro y cuya mayor diferencia era el disco de freno macizo que montaba en el eje delantero mordido por una pinza de un solo pistón.

Por lo demás, la moto era sumamente sencilla. Atrás contaba con una pareja de amortiguadores gemelos, y en el asiento plano de reducidas dimensiones podían caber dos personas, tres si eran menudos y metían la panza. Por no tener, no tenía ni luces de intermitencia, ya que no eran obligatorias para los ciclomotores. Eran otros tiempos…

Algo muy habitual en aquella época por parte de los propietarios de estas motocicletas era darle un empujoncito a la mecánica para así animar la cosa y conseguir un extra de prestaciones, que con las mejoras adecuadas podía llegar a ser muy notorio. La simplicidad mecánica era tal que un cambio de cilindro y pistón por otro de mayor cubicaje bastaba.

Había gente que incluso se animaba a cambiar el motor entero por el de su hermana mayor, la Puch Cobra 6C de 75 cc. Estas operaciones no requerían de grandes cocimientos ni herramienta especializada, por lo que se podían acometer en una tarde con la moto aparcada en la calle a la puerta de casa. Los más veteranos del lugar me recriminarán que no sea muy fan de este tipo de motos ni de esta etapa del motociclismo en general. Siempre me han parecido un poco carracas: lentas, gastonas, poco fiables…

Puch Monza 50 3

Imagen de catálogo francés de la Puch Monza 50

“Eran otros tiempos”, dirán algunos, “antes no había otra cosa”, añadirán otros. Bueno, en realidad sí las había, pero la economía española de aquellos años no daba para adquirir las grandes motocicletas que sí se vendían en los concesionarios de nuestros vecinos europeos del norte.

Y de aquellas aún quedaban unos pocos años para que llegasen los japoneses en tromba con sus pequeñas nakeds utilitarias de cuatro tiempos y barriesen sin piedad del mapa a todos los fabricantes locales. Motos que sobre el papel ganaban en todo al producto nacional, menos en nostalgia y recuerdos, claro.

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Sobre mí

Gonzalo Lara Camarón

Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches, y ahora también las motos. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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