Hay máquinas que no sólo hablan de sí mismas, sino también de una encrucijada en la que ha sido puesta su empresa fabricante. En este sentido, la Puch Trivel de 1971 describe muy bien la transición emprendida por la asturiana Avello en busca de un socio más apto que MV Agusta, llegando al puerto de una gama popular con la que poder sobrevivir en la década de los setenta. Un proceso donde se mezclan cambios profundos en el mercado, siendo mejor empezar desde el comienzo para así no perder el hilo en esta historia tan representativa de aquellos años. Vamos a ello.
Yendo al comienzo de todo, hemos de situarnos en los meses posteriores a la Guerra Civil. Un momento en el que España necesitaba reconstruir su tejido industrial priorizando las inversiones en bienes de equipo. Así las cosas, en 1940 el industrial vasco Alfredo Alvello fundó en Gijón una empresa para la fabricación de maquinaria y herramientas. No obstante, según la economía iba recuperando el tono de años pretéritos, crecía la necesidad de ofertar vehículos asequibles para el transporte diario de los trabajadores. Justo la misma situación dada en la Italia o el Japón de la posguerra, alumbrándose una gran cantidad de bicicletas motorizadas, velomotores y pequeñas motocicletas.
Llegados a este punto, a finales de los cuarenta Avello vio en la fabricación automotriz un negocio más que prometedor. Eso sí, como venía a ser una constante en la España de la época le faltaba la capacidad técnica para realizar sus propios diseños. Por ello buscó ayuda en MV Agusta, la cual ya producía en España bajo el consorcio formado con Nilo Maso Miró en la barcelonesa MV Alpha. Persuadidos de trasladar su producción a Gijón, los italianos firmaron con Avello en 1951 fundándose así MV Avello. Además, este nuevo pacto se confirmó con el diseño de varias motocicletas de baja cilindrada para que fueran ofertadas en la España de aquel momento. Todo parecía ir viento en popa.
Cuando Avello transitó de MV Agusta a Puch a comienzos de los setenta sólo estaba evidenciando la necesidad de adaptarse a las nuevas necesidades y requerimientos del mercado español del momento
Puch Trivel, un cambio de era
Según avanzaban los cincuenta no había ningún problema a la vista. Al fin y al cabo, las motocicletas prácticas para el día a día se seguían vendiendo bastante bien entre las capas populares. Además, MV Agusta seguía compatibilizando la producción de máquinas prestacionales con nuevos diseños urbanos competitivos en el mundo de las dos tiempos con 125 centímetros cúbicos. Así las cosas, MV Avello se mantenía como una interesante empresa motociclista nacional justo un paso por detrás de Montesa o Lube.
Sin embargo, todo cambió a partir de 1957. Año en el que, a precio de derribo y con interesantes condiciones de financiación, SEAT lanzó el 600. Un coche que se acompasó perfectamente al auge del consumo por parte de las nuevas clases medias urbanas, haciendo que la motocicleta quedase poco a poco arrinconada en nichos de mercado relacionados con el uso puntual o las carreras. Llegados a este punto, resultaba del todo imposible mantenerse en el mercado tan sólo ofertando las típicas turismo de dos tiempos. Había que centrarse bien en las monturas urbanas – caso de Motovespa o Lambretta Locomociones – o bien las más prestacionales y deportivas – Bultaco, OSSA, Montesa – .
Bajo este contexto, MV Avello estaba en verdaderos problemas a finales de los sesenta. Pues la matriz italiana se encontraba en pleno abandono de las monturas populares para centrarse así en todo lo que rodeaba al Mundial, las grandes cilindradas y figuras como Giacomo Agostini. Entonces, ¿qué hacer? Bueno, la respuesta era lógica: buscar un nuevo socio en materia de patentes y diseño. Por ello se iniciaron las negociaciones con Puch a comienzos de 1970, llegándose a un pacto pocos meses después. Un pacto muy interesante para Avello, ya que la austriaca proporcionaba diseños urbanos al tiempo que camperos con poca cilindrada. Justo lo que mejor se estaba vendiendo en la España de los setenta.
La Trivel tuvo diversas variantes con varios nombres, inaugurando una época en la que Avello se hizo muy famosa por sus ciclomotores Puch
Y es ahí, en esos años de transición, donde entra a escena la Puch Trivel. Una de las hoy en día muy escasas y coleccionables Puch con refrigeración forzada – junto con la Coronado y la Carabela Deluxe – , la cual tomaba un motor procedente de Puch para incorporarlo sobre los últimos chasis remanentes del ciclomotor MV Agusta Piles. ¿Se puede ser más sintomático de aquel tiempo bisagra en Avello? Además, la cilindrada de 48,8 centímetros cúbicos garantizaba el poder estar presente en los segmentos más populares; exentos de no pocos impuestos y practicables desde los 16 años con un sencillo permiso. Además, el consumo se cifraba en 1,8 litros cada cien kilómetros con una potencia de 2,9 CV a 5.500 vueltas. Parámetros muy adecuados para el manejo diario por zonas metropolitanas, abriendo la veda para la gran oferta de ciclomotores presentada por Puch en la España de los setenta. Algo que, sin duda, iremos desgranando en próximos artículos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS