Entre las marcas de motocicletas pertenecientes a la historia de las dos ruedas en la Península Ibérica, RMH es una de las más desconocidas. De hecho, sólo estuvo en activo durante cinco años. Desde 1961 hasta 1966 concretamente, situándose sus instalaciones en la antigua avenida valenciana de José Antonio, hoy llamada Reino de Valencia. No obstante, lo cierto es que quienes sean más conocedores de la historia de RMH seguramente ya estén pensando en que aquí hace falta una precisión. Y sí, con toda la razón puesto que, al fin y al cabo, a RMH sus modelos se los fabricaba Setter.
La histórica casa ubicada en Elche, resucitada durante el pasado 2017 para ofrecer una gama de hasta cuatro modelos, rescatando la historia mecánica que empezase en los años cincuenta con la fabricación del velomotor Santonja 60. Una montura adecuada para los escuetos presupuestos manejados en la España de la época, a la que sucedieron nueve creaciones más ya con la marca Setter como término comercial. Además, cabe mencionar que Setter se caracterizó por el diseño y elaboración de sus propios motores.
Algo muy reseñable para un pequeño fabricante, más aún teniendo en cuenta la evidente sequía de medios e industria auxiliar padecida hasta bien entrados los años cincuenta. No obstante, en el caso de la RMH se decidió incorporar motores Hispano-Villers. La casa fundada en la Barcelona de 1953, absolutamente esencial si queremos comprender la evolución del parque móvil en España, siendo responsable de haber equipado los modelos de no pocos fabricantes independientes. De todos modos, llegados a este punto lo mejor será contar la historia con un cierto orden. Vamos a ello.
De ser distribuidores de Setter en Valencia pasaron a querer tener su propia línea de motocicletas, aunque finalmente las acabó fabricando la misma Setter en sus instalaciones de Elche
RMH Modelo A, el nacimiento de una marca propia
En la industria automotriz son bastantes los casos en los que una empresa le ha fabricado tal o cual producto a otra. De esta manera, la que pone el nombre es tan sólo la responsable de la comercialización, mientas que todo el ensamblaje – e incluso el diseño – recae en la que no aparece más que en algún lugar apartado de las fichas técnicas o folletos de concesionario. Una situación que reguló la relación entre Setter y RMH.
Y es que RMH fue la marca comercial de Rafael Mira e Hijos. Tienda valenciana en la que, además de maquinaria agrícola e industrial, se vendían motocicletas de diversas marcas. No en vano, este comercio era el distribuidor de Setter en la zona de Valencia, llegando a tener tal gusto por esto de comercializar motos que quiso tener las suyas propias. Llegados a este punto, en vez de adentrarse en el costoso mundo de la producción se las encargó a Setter.
Aquello ocurrió para 1961, coincidiendo con la fase de desarrollo de la nueva Setter 125 que vería la luz al año siguiente. Por ello, la verdad es que la RMH Modelo A – estreno de la casa valenciana – y la Setter 125 con tres velocidades se parecen bastante. De hecho, lo cierto es que en materia de cuadro, dirección, horquillas y frenos todo es exactamente lo mismo.
Era casi igual en todo a la Setter 125 de 1962, aunque evidentemente no tenía el mismo motor, recurriendo aquí a un Hispano-Villiers de calidad sobradamente comprobada
Entonces, ¿dónde se producía la diferencia? Bueno, además de los colores – que a alguno le pueden recordar sospechosamente a los de Montesa – ésta se daba en el motor. Y es que, mientras la Setter llevaba uno de producción propia la RMH se equipó con un Hispano-Villiers monocilíndrico montado en estricta posición vertical, mientras que el Setter iba un poco inclinado hacia el eje delantero. Con 125 centímetros cúbicos, éste daba 6 CV alimentados por un carburador Dell’Orto. En total se produjeron casi 600 unidades, siendo hoy en día una verdadera rareza para los coleccionistas. Eso sí, no se sabría muy bien si adictos a la historia de Setter o a la de RMH. Personalmente pensamos que más respecto al primer caso, puesto que la segunda marca sólo firmó éste y otro modelo en sus breves años de vida.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS