Moto del día: Triumph 1902

Moto del día: Triumph 1902

La primera motocicleta de la marca inglesa llevó un motor de la belga Minerva


Tiempo de lectura: 4 min.

Como suele ser habitual en las motocicletas clásicas, las historias nunca son lineales. Por ello el prólogo a la primera motocicleta de Triumph no se cuenta en un escenario propio de la campiña inglesa. Sino en Bélgica. País en el que a finales del siglo XIX se fundó la empresa Minerva. Una de las empresas más refinadas del momento en lo que se refiere al automovilismo, llegando a tener durante los años veinte y treinta algunos modelos que guardaban evidentes relaciones con los Rolls-Royce más ejemplares. Es más, en la cartera de clientes de Minerva no sólo se encontraba parte de la aristocracia europea de aquellos años, sino también magnates del motor como Henry Ford. Atraídos por el eficiente y silencioso funcionamiento de sus motores con camisa doble.

Sin embargo, los primeros pasos de Minerva no estuvieron el automovilismo de alta gama sino en el mundo de las bicicletas. Ámbito desde el cual pudo dar el salto al mundo de las motocicletas gracias a la producción de sus propios motores de cara a 1901. Sencillos y rudimentarios a los ojos del mecánico actual, aunque bastante fiables y avanzados para lo que estaba acostumbrada la movilidad privada en tiempos tan lejanos como aquellos. De hecho, para 1903 Minerva tuvo que desarrollar mejores chasis, ya que la fuerza de sus motores quebraba los de bicicleta.

Un momento crucial, pues justo ahí se dejó de motorizar bicicletas – un paso intermedio que han hecho marcas hoy en día tan señeras como Honda o Ducati – para pasar por derecho propio al mundo de las motocicletas. No obstante, es justo reconocer que este paso no lo dio sola. Al fin y al cabo, ya en 1901 la británica Triumph usó un motor de Minerva para equipar a su primer prototipo de motocicleta. Un ensayo que este distribuidor de bicicletas y máquinas de coser lanzó a diversas muestras con el fin de sondear si el público estaría o no interesado en sus creaciones a motor. El éxito de la idea, 121 años más tarde, está fuera de toda duda.

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Tanto Triumph como Minerva llegaron a ser referenciales en el mundo de la ingeniería automotriz partiendo de ámbitos tan dispares como la producción de bicicletas o la distribución de máquinas de coser

Triumph 1902, el inicio de una saga emblemática

Concebido a partir del cuadro de una bicicleta Triumph al que se acopló un motor Minerva, el primer prototipo de la marca fue felizmente recuperado recientemente. Exhibido a la comunidad de aficionados, en él se puede ver la rudimentaria sencillez de aquellos primeros días en el motociclismo, con detalles como la correa de piel para la transmisión o la ausencia de amortiguaciones.

Eso sí, desde el primer momento los responsables de Triumph quisieron ahondar en la calidad, escogiendo no sólo un cuadro más resistente que aquellos de Minerva, sino también uno de los mejores motores que en la época se podían conseguir para motorizar bicicletas. El resultado es que lo que antes se movía por la pura acción del pedal – aunque estos aún se mantenían en la moto – era movido por un monocilíndrico fabricado en Bélgica de 240 centímetros cúbicos y 2,5 CV.

Toda una revolución para la movilidad, más aún en una época donde las farmacias donde se dispensaba benzina hacían de improvisadas gasolineras e, incluso, había “ carriles para coches “ a fin de segregar la circulación de estos respecto a la de las bicicletas, hegemónica y mayoritaria en aquellos momentos.

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Tras la buena acogida del prototipo de 1901, la marca británica se lanzó a producir en masa este modelo con motor Minerva, encontrado aquí la que sería la vía de negocio definitiva

Tras la fabricación de este modelo en 1902, Triumph experimentó un importante éxito de ventas, pasando a contar por centenares la producción de sus nuevas motocicletas. De hecho, para 1908 ya empezó a usar la competición como una forma de publicidad, ganando en el TT de la Isla de Man para demostrar así la durabilidad de sus mecánicas. Por aquel momento ya propias, dejando atrás la inicial y necesaria dependencia respecto a Minerva. La marca que ayudó a Triumph a dar sus primeros pasos de cara a convertirse en el icono que es hoy en día.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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