La Royal Enfield Classic 500 es una moto sencillamente única, inigualable, diferente. Es un producto de otra época que parece que ha venido hasta el año 2021 en un remolque enganchado al DeLorean del Doctor Brown y en la que ponerte a sus mantos te da sensaciones añejas.
Estamos ante una moto clásica, pero clásica de verdad. Pero eso sí, es una clásica que podrías comprarte mañana mismo de primera mano en el concesionario y ahorrarte todos los inconvenientes de adquirir un vehículo con 40 años a sus espaldas que vaya usted a saber cómo está, y encima sin piezas de recambio.
Digo que es una verdadera clásica porque tanto en estética como en procesos constructivos y soluciones técnicas sigue empleando los métodos y filosofía de hace 50 años. No es de estas motos retro modernas que son vintage, pero solo en el vestido, en la corteza; y que en cuanto miras en sus entrañas afloran unas moderneces que no veas.
La Royal Enfield Classic 500 no puede entenderse sin la Royal Enfield Bullet 500, y es que más o menos las son la misma cosa, pero con matices. De la “bala” ya os hemos hablado en estas páginas, hasta hicimos una prueba detallada de la Royal Enfield Bullet Trials 500.
Es la moto que más años lleva en producción, en concreto la 500 desde 1948 si no me falla la memoria, y entre unas cosas y otras, con sus pertinentes renovaciones y actualizaciones, es una moto con tecnología antediluviana vendiéndose en los concesionarios de la india, como una más.
La Bullet tiene soluciones técnicas de la vieja escuela, pero estéticamente la han intentado maquillar levemente aquí y allá. Además, la Bullet se supone que es la moto utilitaria, esa que no te importa si duerme en la calle, esa que no te importa si se cae al suelo o si te la rozan, esa que no te importa si la metes por un charco hasta arriba de barro. Es un vehículo duro, espartano, de batalla, del día a día.
Entonces a los jerifaltes indios se les ocurrió que sobre esa base mecánica que ya estaba desarrollada y requeteamortizada, podían crear un vehículo con un look y un diseño más especial, exclusivo, elegante, remarcando especialmente el carácter clásico de la máquina mediante cambios aquí y allá en diferentes componentes de la moto. De esta forma la Royal Enfield Classic ya no es una moto de batalla, o que te de igual si se pone fea, pero a cambio es una escultura con manillar, un cuadro con ruedas, una delicia para la vista.
Mecánicamente no deja de ser una Royal Enfield Bullet camuflada como os digo. Tenemos el sempiterno y antediluviano motor monocilíndrico de 500 cm3, una mecánica de otra época: carrera larga, distribución OHV con varillas y balancines, refrigeración mediante aire (por descontado)… Eroga 27 CV de potencia a 5.200 vueltas, y un par motor de 41,3 Nm.
Son prestaciones que no podemos comparar con motocicletas actuales, simplemente va a su royo. El carácter de la mecánica tampoco tiene nada que ver. Haciendo el paralelismo con el mundo de las cuatro ruedas, es como si fuese un motor diésel atmosférico. Poca potencia en relación con la cilindrada, pero mucha pegada en bajos, eso sí, a medida que va revolucionando más y más le entra el asma.
El chasis de tipo tubular también es común con la Bullet así como las ruedas y el sistema de amortiguación en ambos trenes: horquilla telescópica frontal y amortiguadores gemelos para unir directamente el chasis al basculante.
Donde la Royal Enfield Classic 500 sorprende incorporando soluciones de vanguardia es en la alimentación del motor, a cargo de un sistema de inyección electrónica, y en su ABS de doble canal, pero aquí las normativas mandan, y en temas de seguridad y de emisiones no hay concesión a la estética y a la autenticidad que valga.
Estéticamente los cambios respecto a la Bullet son sustanciales y repartidos por toda la carrocería. Los pilotos de intermitencias así como el faro trasero y todo el colín son propios de esta moto, y de claro diseño retro. Algo similar pasa con el asiento: se adoptan sillines independientes para el conductor y el pasajero, y el primero de ellos además va sustentado sobre unos muelles, al la vieja usanza, para ganar un extra en confort. Aparte de eso, encontramos otros cambios menores aquí y allá en los guardabarros o en el carenado de la horquilla telescópica.
A nivel de usabilidad y prestaciones… pues desgraciadamente (o no, según se mire) también son de la vieja escuela. Esa cifra de 27 CV puede parecer razonablemente apetecible, pero ya os adelanto que no es una moto para correr. Si tienes prisas, busca otra cosa.
La Royal Enfield Classic se puede disfrutar mucho en tus recorridos diarios por ciudad, yendo al trabajo o a otros sitios pero siempre llamando la atención y con varios extras de estilo y elegancia. Para viajar tranquilo y sin prisas, como se hacía hace 50 años también es una moto muy válida y de hecho podría darnos mucha perspectiva histórica en ese aspecto, sin las comodidades, sin las autovías, sin las prisas. Si estás dispuesto a cambiar el chip tiene que ser una experiencia digna de conocer.
En resumidas cuentas, estamos ante una moto diferente, que nos puede enseñar diferentes facetas históricas del mundo de las dos ruedas de las que no teníamos ni idea, y en el peor de los casos, al menos siempre nos quedará una moto super elegante que robará todas las miradas de la vía pública.
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Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS