Más allá de la ingeniería y sus cuestiones, la historia de la industria automotriz está llena de personajes singulares con los que bien se podrían hacer múltiples novelas. De esta manera, según nos remontamos más y más en el tiempo aparecen con cierta normalidad algunos inventores polifacéticos con un ingenio desbordante. Por ejemplo, uno de ello es Gabriel Voisin. Uno de los grandes pioneros de la aeronáutica aunque, al mismo tiempo, protagonista central en su propia casa de automóviles de lujo, caracterizados por los motores con válvulas de camisa en vez de asiento.

Además, en esta misma cabecera hemos mencionado varias veces a Pietro Vassena. Mente creadora tras los diseños de la italiana Rumi después de haber desarrollado un submarino capaz de sumergirse hasta los 412 metros. Sin duda, un tipo de persona inquieta y creativa con la que Adríán Luis Viudes Romero podría haber confraternizado. No en vano, este murciano cuenta con una lista de inventos y méritos mecánicos como pocos pueden sacar a relucir en la historia de España. Veamos. Nacido en 1908, inició sus estudios en ingeniería industrial en la Universidad de Deusto, lugar desde el cual saltó al Reino Unido, llegando a ser una de las pocas personas en obtener una licencia de autogiro en aquel país.

Tras aquella estancia en el extranjero, a Viudes Romero se le localiza de nuevo en Murcia después de la Guerra Civil. Ciudad en la que se instala para, poco a poco, ir creando una panoplia de vehículos realmente notable. Para empezar, se le atribuye una especie de tabla de surf con vela que bien se puede asemejar a los actuales Windsurf. Además, a mediados de los años cincuenta creó un microcoche con tres ruedas llamado Trigiro aunque, a decir verdad, su mayor éxito empresarial vino de la mano de las motocicletas Sadrián. Eso sí, a esta creativa lista habría que sumar una televisión de diseño propio así como un freno para puertas. En fin, genio y figura.

Más allá de Barcelona, en el litoral mediterráneo existieron diversas fábricas de motocicletas en Valencia, Elche, Murcia y Málaga

Sadrián, una motocicleta murciana

Más allá de Barcelona, en el resto del litoral mediterráneo se desarrollaron interesantes iniciativas motociclistas durante los cincuenta. De hecho, una de ellas ha revivido recientemente. Nos referimos a Setter, la cual creó junto a Elig una cierta industria de las dos ruedas en Elche. Además, yendo un poco más hacia el sur también encontramos la existencia de fabricantes motocicletas durante aquellos tiempos. Prueba de ello es Sadrián, la marca creada por Viudes Romero en su Murcia natal.

Dominada por una producción escueta en comparación con las masivas Lube o Montesa, Sadrián echó mano de Hispano-Villiers para proveerse de motores. Algo, por otra parte, absolutamente normal en la España de aquellos años. Donde a falta de una mayor proliferación del automovilismo popular las motocicletas turismo ocupaban un amplio hueco que, ya en los años sesenta, vendrían a rellenar los modelos producidos en Barcelona por SEAT y en Valladolid por FASA.

Como otras tantas marcas de los años cincuenta, ésta también echó mano de los motores Hispano-Villiers como proveedora mecánica

Fabricadas en base a chasis monotubo de acero y fabricación propia, las Sandrián tomaban de Hispano-Villiers motores con 125 y 200 centímetros cúbicos. Lo necesario para estar de forma satisfactoria en el segmento de las turismo para el día a día. Eso sí, debido a que la marca no diversificó su oferta llegados los años sesenta, aquellas monturas quedaron claramente desfasadas para el cambiante mercado de la época, donde o bien te refugiabas en el nicho urbano o bien lo hacías en la deportividad tal y como la entendió Bultaco u OSSA. Debido a esto, y a pesar del enorme ingenio creativo de su fundador, Sadrián acabó cerrando sus puertas. Eso sí, hoy en día las unidades supervivientes de esta marca son verdaderas rarezas muy apreciadas por los coleccionistas.