Los más apasionados por el motociclismo en España tienen a Elche como uno de los puntos de referencia en la historia de esta industria. Y no es para menos, ya que en la población alicantina se produjo una inusual concentración de talleres y fabricantes. Tanto que, incluso en el actual contexto donde sólo parece haber hueco para las marcas masivas, una de las que nacieran allí durante los años cincuenta acaba de regresar a la actividad el pasado 2017. Hablamos de Setter, refundada por los sucesores del fundador ofreciendo en estos momentos una gama de cuatro modelos situados en el octavo de litro. No obstante, sus orígenes se remontan décadas atrás, concretamente a los años cincuenta y el velomotor Santonja 60 cc. Así las cosas, sólo quedar decir nuestro recurrente “ lo mejor será situarnos en el comienzo “.
Decir que el Levante es uno de los territorios de la Península Ibérica con mayor afición por las dos ruedas no es ninguna novedad. Y, de hecho, tampoco es señalar a Elche como uno de los mayores polos industriales en materia motociclista durante los años cincuenta. Prueba de ello es la aparición de pequeñas marcas como Elig pero también Setter, la cual estuvo varios años operando bajo la denominación Santonja. El apellido de Miguel, fundador de la marca allá por 1951 al hilo de la necesaria motorización de un país aún asolado por los efectos de la contienda civil y la posterior autarquía. Un contexto donde la solución de movilidad para los más de los españoles consistía, sencillamente, en motorizar sus bicicletas como en Japón lo estaba haciendo Honda con su mecanismo 50 Cub.
De hecho, en esto consistieron los primeros pasos de Santonja hasta que, en 1952, se lanza a su primera motocicleta. Bueno, en realidad velomotor. ¡Pero extremadamente eficaz! Tanto así que el Santonja 60 cc participó de forma exitosa en multitud de carreras de resistencia. Algunas de ellas tan exigentes como la Sevilla – Barcelona. Un verdadero reto para el aguante de cualquier piloto, aunque especialmente para el de una mecánica sencilla y comprometida con los bajos consumos y la eficacia en el día a día. Además, al contrario que otras marcas Santonja fabricaba sus propios motores. Todo un alarde – entonces se solía recurrir al sempiterno Hispano-Villiers – plasmado en creaciones con cilindradas que fueron desde los 44 cm3 hasta el octavo de litro.
Dotada de una única velocidad y un chasis de lo más sencillo, demostró su dureza a través de pruebas de resistencia como la Sevilla – Barcelona
Santonja 60 cc, el inicio de una larga saga
Desgraciadamente, del Santonja 60 cc se conservan tan pocos datos concretos como unidades del mismo. Sin embargo sólo hay que ver las fotografías conservadas para darse cuenta de lo sencillo pero eficaz del diseño mecánico con un único cilindro montado sobre el cuadro liviano y esquemático. Todo ello sin más amortiguador trasero que los muelles del sillín. En verdad, más que suficiente para cumplir el cometido de realizar pequeños trayectos urbanos en el día a día.
A partir de aquí vinieron nueve modelos más ya con la marca Setter, e incluso una suculenta vía de negocio basada en proporcionar motores a otras marcas como Ducson. Sin embargo, para finales de los años sesenta Setter tuvo que echar el cierre a su actividad motociclista y reconvertirse en una empresa de maquinaria destinada a la industria del calzado.
Algo perfectamente explicable ya que, como hemos dicho en otras ocasiones, el auge del poder adquisitivo en las familias posibilitó que muchas de éstas pudieran acceder a pequeños automóviles como el SEAT 600. De esta manera, la motocicleta como única opción posible para el transporte diario fue quedando arrinconada. Un contexto donde sólo consiguieron sobrevivir los fabricantes capaces de enfocarse a nichos de mercado relacionados con la competición y la deportividad.
Aunque tuvo que cerrar por el arrinconamiento sufrido por las motocicletas del día a día frente al auge de coches accesibles en lo económico como el SEAT 600, Setter ha reabierto sus puertas el pasado 2017 continuando su historia en la ciudad de Elche
Es decir, con la elección del rodar a dos ruedas más por un capricho o afición que por una necesidad dictada a través del no poder acceder a otras opciones. No obstante, a decir verdad Setter tuvo en su gama algunas monturas capaces de alcanzar cierta relevancia en las carreras durante los primeros años sesenta. Una buena base histórica desde la cual resucitar la marca, saliendo ahora al mercado como un fabricante actual que reivindica el valor de la historia y la pequeña producción. Seguiremos repasando la historia de Setter en próximos artículos.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS