Si para los yankees su icono rodante es Harley-Davidson, y para los italianos la Vespa, para los españoles fue el Vespino (diminutivo de Vespa). Este sencillo ciclomotor tuvo un éxito arrollador durante los 32 años que estuvo en producciión, de 1968 al 2000. Es, además, un producto de la tierra, se fabricaba en Ciudad Lineal (Madrid) con componentes bajo licencia de Piaggio y se exportó a multitud de países. Llegaron a fabricarse 1.800.000 unidades, cifras que le gustaría a muchas marcas asiáticas actuales.
Durante mucho tiempo el Vespino fue el primer vehículo que ansiaron varias generaciones. Tenía todo lo necesario para la chavalería: un precio que los padres estuviesen dispuestos a pagar, sencillez, fiabilidad, la posibilidad de dar pedales cuando no había pesetas para gasolina (en llano o cuesta abajo) o se acababa el depósito, libertad para moverse… En el instituto, los más guays tenían un Vespino, los demás iban andando o en el bus. Cuando el casco no era obligatorio en ciudad, era hasta un símbolo de ostentación; igual exagero un poco, pero los mayores me entenderán. Cualquiera podía llevar un Vespino, era de lo más democrático que hubo en una temporada.
Había dos tipos de conductor de Vespino, los que llevaban los pies encima de los pedales, y los que los llevaban sobre el chasis en un equilibrio más precario. A nivel de ingeniería fue una solución estupenda: casi nada podía fallar. Las primeras series tenían un motor fiable, cambio por variador continuo, dos frenos de tambor… Se dejó de fabricar por “obsoleta”, aunque podría haber evolucionado con pocas mejoras en su mecánica. Las unidades supervivientes en buen estado van cotizándose, especialmente las más antiguas.
El Grupo Piaggio no quiso extender su vida comercial más allá, antes de que el mercado del ciclomotor nacional se desplomase
Fue el símbolo de una época, en la que el mercado de los ciclomotores ebullía: se podían conducir con 14 años, no hacía falta casco, los conductores estaban mucho más habituados a respetar a las motos y las carreteras no soportaban tantos vehículos. Ahora mismo la juventud tiene otras prioridades y un Vespino edición 50 aniversario no tendría el mismo tirón hoy que en 1968, pero fue el primer vehículo para muchos españoles que, en su día, aún no se podían permitir un coche, y el transporte público no era multimodal ni con el servicio que presta hoy.
Si encargas una pizza, puede que el repartidor venga subido en una vieja Vespino. No tendrá tanto espíritu RACER (pese a que muchas fueron trucadas), pero algunos moteros ya veteranos la recordarán como su primera montura.
PD: ¿alguien reconoce a una jovencísima Emma Suárez subida en la Vale, o es cosa mía?
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Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes), las motos siempre me han inspirado mucho respeto, y sin saber cómo, ya me han enganchado.COMENTARIOS