Moto del día: Yamaha BW Original

Moto del día: Yamaha BW Original

El Yamaha BW Original es un ciclomotor enfocado al ocio playero que fue capaz de protagonizar un enorme éxito comercial.


Tiempo de lectura: 3 min.

Desde que en los años sesenta el consumo se hiciera masivo en Europa, el sector de la motocicleta empezó a experimentar con nuevas ofertas a fin de cubrir mercados emergentes enfocados al ocio; ya fuera Off-Road, juvenil o incluso una mezcla de ambos. Así las cosas, los sencillos y escuetos ciclomotores ya no eran tan sólo la sufrida máquina para el día a día derivada de los antiguos velomotores.

Para nada. Lejos de ello, el auge del público juvenil al compás del desarrollismo económico -antes este tipo de compradores resultaban inexistentes pues las familias apenas si llegaban a fin de mes con los avíos básicos- espoleó la aparición de nuevos tipos de ciclomotor. De hecho, aprovechando el auge del Motocross a finales de los años sesenta diversas marcas aprovecharon el tirón a fin de crear éxitos de ventas como el Puch Minicross o el Derbi Cross.

A la sazón, máquinas muy bien vendidas durante los años setenta y, para muchos, la primera incursión en el mundo no sólo del Off-Road sino incluso del propio motociclismo. A partir de aquí, desde las versiones más urbanas hasta las mejor equipadas o especializadas para diferentes usos deportivos los ciclomotores dejaron de ser el “patito feo” de la industria a fin de ocupar un lugar destacado.

Lugar en el que, dicho sea de paso, aparecían versiones realmente de capricho con elementos muy específicos; tanto que, por precio, multitud de estas opciones con menos de 50 centímetros cúbicos se convertían en objetos de capricho en vez de sencillos y asequibles aliados para el día a día de las clases populares.

De hecho, la aparición del Yamaha BW Original ilustra muy bien este hecho al ser un ciclomotor scooter con, atención, ambiciones playeras cual si fuera un Buggy. Algo muy bien ejemplificado por sus generosos neumáticos, responsables de la denominación comercial al aparecer como Big Wheels. Pero vayamos por partes. Para empezar, resulta llamativo cómo este producto desenfadado y juvenil se ideó tan sólo para el mercado japonés.

Es más, su presentación se realizó durante el Salón de Tokio de 1987 para iniciarse su comercialización justo un año después. No obstante, al poco tiempo el BW Original llamaría la atención de los responsables de Yamaha en Europa. Quienes, dicho sea de paso, no eran precisamente unos advenedizos pues ya a finales de los años sesenta la marca nipona había inaugurado su primera planta en el Viejo Continente. Concretamente en los Países Bajos durante 1968.

Los ciclomotores enfocados al ocio protagonizaron enormes éxitos de ventas desde finales de los años sesenta en adelante. Éste es uno de los mejores ejemplos

Con todo ello, en 1990 la producción del Yamaha BW Original se trasladó a Europa y vaya, aquello fue todo un éxito. Impulsado por un brioso motor con 49 centímetros cúbicos y dos tiempos, este monocilíndrico daba un excelente comportamiento a nuestro scooter protagonista gracias a pesar tan sólo 69 kilos sin renunciar por ello a la robustez. Todo ello ultimado con una estética alegre y colorida -la gama cromática insistía en los tonos más llamativos- para estar la friolera de quince años en el mercado sin apenas cambios.

Asimismo, algunos de estos llegó a venderse con cifras superiores a las 100.000 unidades, siendo por tanto un ciclomotor bastante habitual en países como Francia o Italia. Y es que, nos guste o no, para aquellos momentos marcas japonesas como Yamaha ya estaban consolidadas en Europa como las primeras referencias comerciales en términos absolutos.

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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