Si ayer hacíamos mención a una moto deportiva muy popular entre los jóvenes de la pasada década, hoy se la hacemos a una motillo con la que los chavales de los noventa “soñaban”, y podían llegar a adquirir: un scooter automático, de 50 centímetros cúbicos, eficaz y con una base perfecta para hacer de ella un pequeño misil urbano.
Los scooters suelen ser medios de transporte económicos con las concesiones justas para permitirnos mover con cierta soltura por la urbe. No son grandes, no corren mucho, pero se pueden hacer ciertas virguerías con ellas gracias a su simplicidad, ligereza (menos de 100 kg) y, por ende, fácil manejo. Su motor Minarelli apenas desarrolla 3 CV de potencia máxima, pero ya se sabe que con un ligero “apretón de tuercas”, el pequeño propulsor nipón de dos tiempos puede desmelenarse y llevarnos a velocidades superiores a los 45 km/h estipulados por ley -aunque no se deba-.
La Jog (derecha) poseía una imagen de carácter desenfadado y joven, mientras que la Aerox (izquierda) optaba por un toque más racing, que en sus versiones “réplica” causaban sensación. ¿Quién no ha visto nunca por la calle esta moto con la decoración Yamaha de Gran Premio y el número 46 de Valentino Rossi? Y es que esta moto fue la representante de todo un estilo que marcó a una generación de pilotos jóvenes, cuando con apenas 14 años se podían conducir legalmente con muchas menos pegas legales que en la actualidad. Sin duda, un auténtico referente de los scooters sport de 50 cc y de los principiantes con espíritu RACER.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.COMENTARIOS