Mucho estamos hablando últimamente por aquí de motos pequeñas como la Gilera DNA o la Suzuki TR 50 Street Magic, o pequeñas motos muy extravagantes con soluciones atípicas como las Italjet Pack 2 y Pack 3. Pero no habíamos hablado aún de motos normales a escala reducida, y es que de vez en cuando -cada vez menos- los fabricantes se lían la manta a la cabeza y sacan cosas que quizá el mercado no necesita pero que lo complementan y lo hacen más fresco, como fue el caso de la Yamaha YSR en su versión de 50 u 80 cc.
Esta pequeña y simpática miniatura de la Yamaha YZR 500 cuenta con todo lo que una moto deportiva “normal” consideramos que debe tener, pero a escala muy reducida, ya que tiene una altura de 930 mm, con el asiento situado a tan solo 630 mm del suelo. También es bastante corta, midiendo 1.575 mm de longitud la versión de 50 cc y 1.610 mm para la versión de 80 cc.
Son medidas cercanas a las de las típicas minimotos que todos estamos acostumbrados a ver, solo que en este caso es una moto que incluso se puede matricular y circular con ella en vías públicas de forma legal. La versión de 80 cc se puede llevar con el carné A1/B, la de menor cilindrada con licencia de ciclomotor si se limita a 45 km/h.
La marca de los diapasones estuvo fabricándolas desde 1986 hasta 1992, aunque hubo algunas unidades que siguieron vendiéndose incluso en 1993. Es una moto fabricada en Japón para el mercado local que también se exportó a EEUU y Canadá, y que podemos encontrar importadas en nuestro país con cuentagotas a altos precios, como seguro os estabais imaginando.
El diseño de la moto, como comentaba, se basaba en el de la YZR 500 de carreras y el de la FZR de calle, emulando sus formas y carenado, aunque disponía de elementos como espejos, luces, claxon, intermitentes, velocímetro y tacómetro para poder circular con ella de forma legal en la vía pública, entre otros elementos.
El motor variaba en cuanto a cubicaje en los dos modelos existentes (YSR 50 e YSR 80), aunque en ambos casos se trataba de una mecánica dos tiempos de un solo cilindro refrigerado por aire, con admisión por láminas y bomba de engrase Autolube propia de la marca.
La versión de 49,3 cc tenía un diámetro/carrera de 40×39,2 mm y entregaba 7 CV a 8.000 RPM con un par de 5,78 Nm a 8.500 RPM y se alimentaba por un carburador Mikuni VM16SH. Por el contrario, la versión de 79 cc tenía un diámetro/carrera de 49×42 mm, entregando 8,8 CV a 8.000 RPM junto a un par de 7,94 Nm a 7.500 RPM. En este caso se alimentaba por un carburador de la misma marca pero de mayor diámetro, un Mikuni VM18SS.
El arranque de ambos propulsores se iniciaba mediante un sistema clásico de patada, y también en los dos el cambio es de cinco velocidades con transmisión final mediante cadena y embrague bañado en aceite. Las llantas salta a la vista que son pequeñas, concretamente de 12 pulgadas en ambos ejes, con un neumático delantero 100/90 y un trasero de 120/80.
El chasis fabricado en acero es de tipo perimetral con una doble cuna desmontable sobre la que se aloja el motor, a él va unido un basculante trasero de sección rectangular fabricado en el mismo material. La horquilla delantera es de tipo telescópico convencional sin posibilidad de ajustes, al igual que el monoamortiguador trasero.
El sistema de frenos cuenta con un único disco delantero de 203 mm que es accionado por una pinza de único pistón, y atrás se recurre a un sistema sencillo de tambor de 110 mm. Un sistema muy básico pero suficiente para la potencia y el peso del conjunto, que se queda sobre la báscula en 75 kg en seco y en unos 91 Kg con todos los llenos.
Sin duda es una moto curiosa, de esas que cuando las ves te arrancan una sonrisa, una moto que se desarrolló gracias al auge de la competición de estas pequeñas motos en la época y que Yamaha se lanzó a fabricar en serie con posibilidad de rodar en vías públicas, creando de esta forma una moto única que si bien no fue un best seller en ventas, aún hoy hay muchos usuarios que conservan o admiran el modelo por su rareza.
Además, generó un gran mercado de accesorios de personalización y mejora de sus componentes por preparadores y marcas externas que la hicieron aún más atractiva a ojos de los compradores. En EEUU se utilizó como modelo de iniciación en circuitos pequeños. Hoy día existe algo similar, la Ohvale GP-0, más pequeñita si cabe que la Yamaha YSR.
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Jesús Guillermo Pozo
Nací entre las historias de mi abuelo sobre su Derbi 125 Especial y el terrorífico sonido del escape 4 en 1 de la GPX 600 de mi tío y la belleza de su Vmax 1200. Mi padre, fue mi primer profesor con su viejo SEAT 127, y mi madre, cuenta que aprendí las marcas de los coches antes que el alfabeto.COMENTARIOS