La BMW R 850 R fue la naked de acceso de BMW a mediados de los años 90 y principios del nuevo milenio. La idea era ofrecer una BMW de acceso pero con todo aquello que te esperarías del fabricante germano: motor bóxer, cardán y un equipamiento y tecnología de primer nivel.
La casa bávara llevaba bastantes años ofreciendo sus archiconocidos motores bóxer en dos niveles de cilndrada diferentes, algo que ya ocurrió a finales de los años 80 con las R 80 y R 100, y que en el momento de presentación de nuestra protagonista -1995- se repetía con la familia R 850 y R 1150.
Esta tendencia cambió con la sigiente generación de motos de media cilindrada de BMW en 2006, las F 800, que optaron por una configuración bicilíndrica en paralelo refrigerada por agua y transmisión por cadena, un esquema mucho más convencional que ha aguantado hasta nuestros días.
Volviendo a nuestra protagonista, era bonito poder elegir una moto de media cilindrada con una configuración tan exclusiva, ya que acercaba el auténtico universo BMW a más público. Además, para hacer la moto todavía más especial, en el tren delantero montaba una suspensión de tipo Telelever, que se había estrenado hace solo unos años en la BMW K 1100. Para el eje posterior recurría al también propietario sistema Paralever de BMW.
BMW R 850 R – Fotografía: Dédélembrouille (Wikimedia Commons) CC by SA 2.5En el apartado estético era una moto bastante neutra. Seguía los cánones típicos del diseño de motos naked con un gran faro redondo presidiendo el frontal. Algunos elementos del modelo, como el cuadro de relojes, tenían una apariencia visual bastante mejorable, mientras que las partes estéticas que más llamaban la atención eran precisamente las que recordaban su singularidad técnica.
De la moto destacaba el basculante monobrazo con el eje cardán en su interior, los brazos de la suspensión Telelever en la zona frontal del cuerpo, o las dos grandes cabezas del motor bóxer sobresaliendo por los costados del conjunto. A parte de eso, era una moto “baja en sal” en lo que a estética se refiere.
En el apartado técnico traía las típicas chucherías tecnológicas de BMW, que para una moto presentada en 1995 no eran cosa de poco. El motor bóxer tenía inyección electrónica, estaba refrigerado por aire y contaba con cuatro válvulas por culata. La potencia se situaba en unos correctos 70 CV.
De este motor la gente destacaba su suavidad, progresividad y su escasa rumorosidad, aunque se le tachaba falta de nervio y de caracter. Era demasiado lineal y muy tranquilo, igual que el resto del conjunto. Contaba con una caja de cambios de seis velocidades.
Uno de los inconvenientes de la BMW R 850 R era su peso, que alcanzaba los 236 kg lista para usar. Demasiado para una naked de cilindrada media cuando otras rivales de similar potencia, como la Suzuki SV 650, estaban por debajo de los 200.
A parte de eso poco podía reprochársele a este modelo. Calidad de construcción BMW y fiabilidad mecánica más que probada, aunque el sistema de servofreno y ABS a veces daba más guerra de la deseada. Podía alcanzar una velocidad máxima de 187 km/h y su consumo rondaba los 5,3 l/100 Km.
En cuanto a su practicidad, podemos estar hablando de una moto bastante polivalente. No destaca especialmente en ninguna faceta, pero es correcta en todos los aspectos. En ciudad quizá es un poco pesada, pero su extrema suavidad y buen hacer te facilitarán mucho el día a día.
En cuanto a su faceta rutera, la moto incorpora una pequeña cúpula frontal, pero aparte de eso la protección aerodinámica es inexistente. Como punto positivo, BMW ofrecía un kit de maletas para dotarla de cierta capacidad de carga y en general es una moto con una postura suave y relajada. La autonomía es otro de sus puntos fuertes, ya que con un tanque de 20 litros se pueden recorrer algo más de 350 km entre repostaje y repostaje.
Como casi todas las BMW, de segunda mano están muy cotizadas. Los precios arrancan en algo menos de 3.000 euros por unidades que tienen una pila de kilómetros. Si quieres una moto con un poco más de vida util en sus pistones, te tendrás que ir a cifras más próximas a los 4.000 euros.
Es mucho dinero si tenemos en cuenta que hay alternativas japonesas más modernas y prestacionales por bastante menos dinero. La clave aquí es poder acceder a la auténtica experiencia BMW con el motor bóxer, el cardán y el Telelever, algo que solo tienen los modelos bávaros y por lo que habrá quién esté dispuesto a pagar ese sobrecoste.
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Gonzalo Lara Camarón
Ingeniero de software a tiempo completo y apasionado del motor en mis ratos libres. Los coches me gustan desde que tengo memoria, pero fue descubrir las motos y la “enfermedad” fue a peor. Mi sueño es recorrer todos los rincones del mundo sobre dos ruedas.COMENTARIOS